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Historia social de  la  literatura y el  arte








               generaciones  abandonan  el  mundo  voluntariamente;  y  cuando  se


               ven  obligadas a hacerlo,  inventan a menudo  las  más  bellas  filoso­


               fías, cuentos de hadas y mitos para elevar a la esfera de la libertad,



               de  la espiritualidad y la interioridad la necesidad a la que sucum­


               ben.  Así surgieron también  las  teorías de la autorrealización de la


               Idea en la historia, del  imperativo categórico de  la persona moral,


               de la ley  impuesta a sí mismo por el artista creador,  y  tantas otras



               semejantes.  Pero  nada  refleja  los  motivos  a partir de  los  cuales el


              Sturm und Drang desarrolla su imagen  del  mundo tan aguda y ex­


               haustivamente como el  concepto del genio artístico, al  que  se co­



               loca en la cúspide de los valores  humanos.  Este concepto contiene


               sobre todo los criterios de  lo  irracional  y  lo subjetivo,  que el  pre­


               rromanticismo acentúa en oposición a la Ilustración dogmatizante


               y generalizadora,  la  elevación  de  la  necesidad externa a  una liber­



               tad  interior, que es al mismo tiempo rebelde y despótica,  y,  final­


               mente,  el  principio de  la originalidad,  que en  esta hora natal  del


               escritor libre y de una competencia intelectual  que se agudiza por



               momentos se convierte en  el  arma más  importante en  la lucha del


               intelectual por la existencia.


                         La  creación  artística,  que  tanto  para  el  clasicismo  cortesano


               como  para  la  Ilustración  era  una  actividad  intelectual  unívoca­



               mente definible y apoyada en reglas de gusto explicables y que po­


              dían  aprenderse,  se  convierte  ahora  en  un  proceso  misterioso  que


               surge de fuentes tan  insondables como la  inspiración divina,  la in­



               tuición  ciega y  una incalculable disposición de ánimo.  Para el  cla­


               sicismo  y  la  Ilustración  el  genio  era  una  inteligencia  esclarecida


              vinculada a  la  razón,  la  teoría,  la  historia,  la  tradición  y  los  con­



              vencionalismos;  para el prerromanticismo y el Sturm und Drang se


              convierte en un ideal para el que es decisiva sobre  todo la falta de


              estos vínculos.  El  genio se  redime de  las  miserias cotidianas  en la


               tierra imaginaria de un libre albedrío sin restricciones. Vive en ella



               líbre no sólo de las cadenas de la razón, sino que al mismo tiempo


              está  en  posesión  de  fuerzas  místicas que hacen  innecesaria para  él


               la ordinaria experiencia sensible.  «El genio  tiene presentimientos;


              es decir, su sentimiento va por delante de su observación.  El genio



               no observa.  Ve,  siente», dice Lavacer.  Es  cierto que  los  rasgos  irra­






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