Page 134 - Hauser
P. 134

Rococó, clasicismo  y  romanticismo







        carácter antitradicionalista y, por tanto, dinámico de su sentido de



        la vida,  lo mismo que  las clases conservadoras, a pesar del  raciona­


        lismo de sus  principios  morales  y de  su concepción  del  arte,  man­


        tuvieron  el  tradicionalismo  de  su  filosofía  social.  Una  considera­



        ción  más  detenida  demuestra  que  el  carácter  dinámico,  que  se


        acostumbra adscribir a la actitud  liberal  y progresista,  es  tan  me­


        tafórico como el estatismo asignado al racionalismo. Liberalismo y


        conservadurismo  son  ambos  dinámicos  y  conservadores  al  mismo



        tiempo, y no pueden ser en absoluto otra cosa en este estadio de la


        evolución  en  que  se  liquida  definitivamente  la  Edad  Media.  Los


        únicos antirracionalistas  son ahora  los  idealistas — poetas  y  filóso­



        fos-,  desorientados  por  la  compleja  situación  social,  y  que,  como


        consecuencia de lo que a ellos mismos les ocurre, se han vuelto pro­


        pagandistas  del  conservadurismo.  Mantienen  los  derechos  de  la


        «vida»  contra la  razón  no porque  el  racionalismo  haya perdido de



        hecho  su  autoridad  y  su  influencia,  sino  porque  el  pensamiento


        concreto,  basado en  la realidad,  del  que pronto  las  dos  partes  pre­


        tenderán  tener  el  monopolio,  ha  adquirido  un  nuevo  y  estimable



        valor.


                  Herder  es  tal  vez  la  figura  más  característica  de  la  literatura


        alemana  del  siglo  XVIII.  Reúne  en  sí  las  tendencias  más  impor­



        tantes de la época y expresa del modo más claro aquel  conflicto en


        la concepción del  mundo y aquella mezcla de corrientes progresis­


        tas y reaccionarias que dominan  la sociedad de su tiempo.  Despre­


        cia  «la seca cultura  intelectualista»  de  la  Ilustración,  pero  habla a



        la vez de su tiempo como de  «un siglo verdaderamente grande», y


        cree poder hacer compatibles sus opiniones hostiles a la Ilustración


        con su  entusiasmo por la Revolución  francesa,  de  igual  modo que


        la mayor parte de la intelectualidad alemana y un gran número de



        escritores, entre ellos Kant, Wieland, Schiiler, Friedrich Schlegel y


        Fichte, comenzaron siendo seguidores entusiastas de la Revolución


        y  no reniegan de ella sino después de  la Convención.  La evolución



        de  Herder sigue el  camino de  la  intelectualidad alemana,  desde  la


        rebeldía  del Sturm und Drang hasta la actitud  burguesa  más  cons­


        ciente,  aunque  también  más  resignada,  del  período  clásico.  Su


        ejemplo muestra del modo más claro lo que Weimar significó para
   129   130   131   132   133   134   135   136   137   138   139