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Historia social de la literatura y el arte
miento de extrañeza, de miedo y de horror. -«La mirada de Julián
era cruel; la expresión de su rostro horrible», dice sin simpatía al
guna, sin la menor intención de disculparle. ¿Se le ocurrió a Sten
dhal pensar alguna vez que el pecado más grande de la sociedad
contra Julián fue precisamente hacerle tan receloso, y tan desgra
ciado y tan inhumano en su recelo?
Las opiniones políticas de Stendhal son tan contradictorias
como las circunstancias de su vida. Por razón de su origen perte
nece a la alta burguesía, pero su educación le convierte en antago
nista de esta clase. Tiene un alto empleo oficial bajo Napoleón,
participa en las últimas campañas del Emperador, está tal vez pro
fundamente impresionado, pero en modo alguno entusiasmado,
mantiene siempre sus reservas frente al déspota violento y al con
quistador sin escrúpulos i6. La Restauración significa en un princi
pio, también para él, el fin del largo, inquieto e incierto período
revolucionario; al principio no se siente, ni m ucho menos, extraño
ni incómodo en la nueva Francia. Sin embargo, a medida que se va
dando cuenta de la desesperanza de su existencia a media paga, y
la Restauración muestra su verdadero rostro, crecen su odio y su
asco por el nuevo régimen, al mismo tiempo que su entusiasmo
por Napoleón. Su debilidad por la cómoda y buena vida hacen de
él un enemigo de la nivelación social, pero su pobreza y su fracaso
mantienen despiertos su recelo y su hostilidad contra el orden
existente e impiden que se conforme con la reacción. Estas dos ten
dencias están siempre presentes en el mundo de ideas de Stendhal,
y, según las circunstancias de su vida, ocupan una u otra el primer
plano. Durante el período de la Restauración, que fue de fracaso
para él, crecen su insatisfacción y su radicalismo político; pero
cuando mejoran sus circunstancias personales, se tranquiliza y el
rebelde se convierte en defensor del orden y en conservador mode
rado 37. Rojo y negro es todavía la confesión de un rebelde desarrai
gado, pero La cartuja de Parma es ya la obra de un hombre que ha
encontrado paz interior y tranquila renuncia 38. La tragedia se ha
3<í Cf. Jean Mélia, Stendhal et Taine, en «La Nouvelie Revue», 1910, pág. 392.
■7 P i erre Marti no, Stendhal, 1934, pág. 302.
>s H. Martí neau, op, cit., pág, 470.
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