Page 283 - Hauser
P. 283
Historia social de lá literatura y el arte
metafísica, toda mera especulación y todo idealismo al modo ale
mán le son ajenos y abominables. El concepto de la moral y la esen
cia de la integridad intelectual consisten para él en la aspiración a
«ver claramente en lo que es», es decir en la oposición a las insi
nuaciones de la superstición y del engañarse a sí mismo. «Su ar
diente imaginación le encubría muchas veces las cosas -dice él de
uno de sus personajes favoritos, la duquesa Sanseverina-, pero las
ilusiones caprichosas que sugiere la cobardía le fueron ajenas.» El
propósito más alto a sus ojos es el ideal de vida de Voltaire y Lu
crecio: vivir libre de temor. Su ateísmo consiste en la lucha contra
el déspota de la Biblia y la mitología, y es sólo una forma de rea
lismo apasionado, opuesto tenazmente a toda mentira y a todo en
gaño. Su aborrecimiento de toda retórica y todo patetismo, de las
palabras y frases altisonantes, del estilo colorista, exuberante y en
fático de Chateaubriand y De Maistre, su preferencia por el estilo
claro, objetivo y seco del «Código civil», por las buenas definicio
nes, las frases breves, precisas y sin color: todo esto es en él la ex
presión de un materialismo estricto, sin concesiones y como dice
Bourget, «heroico», del deseo de ver claro y de hacer a los demás
ver claramente en lo que existe. Toda exageración y toda ostenta
ción le resultan enojosas, y aunque también se entusiasma con fre
cuencia, nunca es grandilocuente. Se ha advertido, por ejemplo,
que jamás dice «libertad», sino siempre, simplemente, «las dos cá
maras y la libertad de prensa» 39; esto es también un signo de su
aversión a todo lo que suena irreal y exaltado y es igualmente par
te de su lucha contra el romanticismo y contra sus propios senti
mientos románticos.
Porque, sentimentalmente, Stendhal es un romántico; «es
cierto que piensa como Helvétius, pero siente como Rousseau» 40.
Sus héroes son idealistas desilusionados, audaces apasionados y ni
ños inocentes y no manchados por la suciedad de la vida. Son, como
su famoso antecesor Saint-Preux, amantes de la soledad y de las al
turas alejadas del mundo, donde sueñan sin molestias y pueden de
dicarse a sus recuerdos. Sus sueños, sus recuerdos y sus pensamien
w Émile Faguet, Politiques et moralistes, III, 1900, pág. 8.
40 M. Barcfeche, Stendhal romaneier, pág. 47.