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Naturalismo e  impresionismo







                la vida y el amor de Madame de Renal, y sólo en la cárcel descubre


                Fabricio  la  verdadera  felicidad  y  la  auténtica  libertad  interior.




                ¿Quién  sabe  -pregunta  Rilke  una  vez  ante  la  jaula  de  un  león—

                dónde está la libertad,  si  delante o detrás  de  la reja?;  una pregun­


                ta muy propia de Stendhal y profundamente romántica.



                          Stendhal,  a pesar de su  aversión  al  estilo  enfático y  colorista,


                es  también, desde el punto de vista formal,  heredero del  romanti­


                cismo, y, por cierto, en un sentido mucho más estricto de lo que lo


                es más o menos todo artista moderno. El ideal clásico de la unidad,



                de  la  concentración  y  subordinación  de  las  partes  bajo  una  idea


                guía, y del desarrollo regular del tema, libre de todo capricho sub­


                jetivo  y  tomando  siempre  en  consideración  al  lector,  está  en  él



                completamente desplazado por una concepción artística dominada


                enteramente por la autoexpresión, y que intenta reflejar el material


                de la experiencia de la manera más directa,  natural y auténtica po­


                sible. Las novelas de Stendhal parecen una colección de hojas de un



                diario,  bosquejos que  tienden,  ante  todo, a retener el  movimiento


                espiritual,  el  mecanismo  de  los  sentimientos  y  el  trabajo  intelec­


                tual del autor.  La expresión, la confesión y la comunicación  subje­



                tiva  son  el  auténtico  objetivo,  y  la  corriente  de  la  experiencia,  el


                verdadero  objeto  de  la  novela;  lo  que  la  corriente  lleva  consigo  y


                arrastra parece,  junto a esto,  casi  accidental.


                           Más o  menos,  todo arte  moderno y posrromántico es produc­



                to de la improvisación;  todo él depende de la idea; de que el senti­


                miento,  la disposición de ánimo y la inspiración son  más fértiles y


                están relacionados más directamente con la vida que la intelección



                artística,  el  gusto crítico y el  plan preconcebido.  Consciente  o  in­


                conscientemente,  toda la concepción artística moderna procede de


                 la creencia de que los elementos más valiosos de la obra de arte son


                ocurrencias  fortuitas,  hallazgos,  regalos de una  inspiración  divina,



                y de que lo mejor que puede hacer el artista es dejarse llevar por su


                 inventiva.  Por  eso  la  invención  de  pormenores  desempeña  un pa­


                pel  tan preponderante  en el arte  moderno,  y de aquí la  impresión



                que despierta de estar dominado por la riqueza de cambios inespe­


                 rados y de motivos accesorios sorprendentes. La obra de Beethoven


                 parece  ya  improvisada  en  relación  con  la  de  sus  predecesores,  si






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