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Naturalismo e  impresionismo








                 rresponden  mucho  más  a  nuestros  conceptos  psicológicos.  Esta­


                 mos,  como siempre en Balzac, ante el misterio de un arte cuya in­


                 fluencia  avasalladora,  teniendo  en  cuenta  el  valor  absolutamente


                 desigual de sus elementos, es uno de los fenómenos más inexplica­



                 bles  de  la historia de  la literatura.  Por otra parte,  los  caracteres de


                  Balzac  no  son,  ni  mucho  menos,  tan  sencillos  como  se  acostum­


                 braba  describirlos;  su  maniática  unilateralidad  está  ligada  fre­



                 cuentemente  con  una  riqueza  extraordinaria  de  rasgos  individua­


                  les.  Son, probablemente, menos brillantes e  «interesantes»  que los


                  héroes  de  Stendhal,  pero dan  la  impresión  de  más  vivos,  más  in­



                 confundibles y más  inolvidables que éstos.


                           Se  ha  llamado  a Balzac  el  retratista  de  hombres  por excelen­


                 cia,  y se  ha atribuido  el  poder  irresistible de su arte a  la fuerza de


                 su descripción  de  caracteres.  Cuando  se  habla de  Balzac,  efectiva­



                  mente, se piensa ante todo en la selva humana de sus novelas, en la


                 abundancia y variedad de  las figuras que pone en movimiento;  sin


                 embargo,  lo principal para él  no es el aspecto psicológico.  Cuando


                  se intenta explicar el origen de su mundo, se ve uno obligado cons­



                  tantemente a  referirse  a su sociología y  a hablar de  los  presupues­


                  tos  materiales  de  su  cosmos  intelectual.  Para  él,  en  contraste  con


                 Stendhal,  Dostoievski  o Proust,  hay algo más  esencial  e  irreducti­



                  ble que la realidad espiritual.  Un carácter  no tiene,  en su opinión,


                  importancia  intrínseca;  se  vuelve  interesante  y  significativo  sólo


                 como agente de un grupo social y soporte de un conflicto entre in­



                 tereses  opuestos  y  condicionados  por  el  elemento  clasista.  Balzac


                  mismo habla siempre de sus figuras como de fenómenos naturales,


                 y cuando quiere describir sus objetivos artísticos no habla nunca de


                  la psicología  que  él  emplea,  sino  sólo  y  siempre  de  la  sociología,



                 de  la historia  natural de  la  sociedad  y  de  las funciones  del  indivi­


                 duo en la vida del  cuerpo social.  No es por ser  «doctor en ciencias


                 sociales»,  como se le ha llamado, por lo que se  convierte en  maes­


                  tro de la novela social, sino por ser el fundador de la nueva idea del



                  hombre, según la cual  «el hombre existe sólo en relación con la so­


                 ciedad». Así como partiendo de un hallazgo geológico se puede re­


                  construir todo  un  mundo,  dice él  en La  búsqueda de lo absoluto,  así



                  también todo monumento cultural, toda vivienda, todo mosaico son






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