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Historia social de la literatura y el arte
Frenhofer, se dice en ella, es el discípulo más grande de Mabuse, el
único al que el maestro ha transmitido su arte de infundir la vida
en las figuras pintadas. Trabaja hace diez años en una obra, el re
trato de una mujer, en la que lucha por lograr el objetivo más alto
de todo arte: por el secreto de Pigmalión. Se siente cada día más
cerca de la meta: sin embargo, siempre hay algo invencible, inso-
luble e inasequible. Cree que es la realidad la que lo retiene, que
no ha encontrado todavía el modelo justo. Entonces Poussin, en su
entusiasmo por el arte, le lleva un día a su amante, que se supone
que tiene el cuerpo más perfecto que se ha pintado nunca. Frenhofer
se arrebata ante la belleza de la muchacha. Sin embargo, sus ojos
resbalan por el joven cuerpo y retornan al cuadro inacabado e ina
cabable. La realidad ya no lo retiene, ha matado la vida dentro de
sí. Pero el cuadro, la obra de su vida, que él, más celoso que Poussin
de su amante, no ha querido hasta ahora revelar a ojos extraños, el
cuadro no contiene más que un incomprensible barullo de confu
sas líneas y manchas que él ha pintado y amontonado unas sobre
otras en el curso de los años, y bajo las cuales sólo son discernibles
las formas de unas piernas perfectamente modeladas. Balzac previó
el destino del arte del pasado siglo y lo describió artísticamente de
manera insuperable. Conoció las consecuencias de su extrañamien
to de la vida y del público, y comprendió mejor que el más erudito
y el más genial de sus contemporáneos el esteticismo, el nihilismo,
el peligro de autodestrucción que lo amenazaba y que en el Se
gundo Imperio había de convertirse en una terrible realidad.