Page 304 - Hauser
P. 304
Naturalismo e impresionismo
ardiente y su emoción que quiere ser siempre sublime. Ni siquie
ra sus diálogos son impecables; también en ellos hay pasajes muer
tos y notas que «disuenan» como si se cantara desentonando. Es
bien conocido el razonamiento con que Taine intenta explicar y
justificar las peculiaridades estilísticas de Balzac. Hace notar que
hay en literatura diversos modos de expresión, todos igualmente
válidos, y acentúa que el autor de La comedia humana no se dirige
precisamente al público de los salones de los siglos XVII y XVIII,
a un público sensible a las más leves indicaciones en vez de a los
colores chillones y las notas estridentes, sino que, por el contrario,
escribe para gente a la que impresiona la novedad, lo sensacional y
lo exagerado, es decir para los lectores de la novela de folletín 59.
Este es indudablemente un ejemplo espléndido de crítica literaria
sociológica; porque si muchos escritores de la generación de Balzac
evitaron sus yerros estilísticos, pocos fueron tan íntimamente en
salzados en su propio tiempo como él. ¿Pero no se debe más bien,
en vez de disculpar las debilidades de Balzac, intentar explicar la
contigüidad inmediata en él de lo grandioso y lo mediocre? ¿Y no
se debe aducir, sobre todo como explicación sociológica, que las pe
culiaridades de su estilo se deben principalmente a que él era un
plebeyo y constituía la expresión intelectual de la nueva burguesía,
relativamente inculta pero extraordinariamente activa y eficaz?
Se ha señalado repetidamente que Balzac pinta en sus obras
mucho más el retrato de la generación siguiente que el de la suya
propia, y que sus nouveaux riches y sus parvenus, sus especuladores y
sus vividores, sus artistas y sus cocottes son más característicos del
Segundo Imperio que de la Monarquía de Julio. Aquí, efectiva
mente, parece que la vida ha imitado al arte. Balzac es uno de los
profetas literarios en ios que la visión era más fuerte que la obser
vación. «Profeta» y «visionario» son naturalmente sólo simples pa
labras de perplejidad que disimulan nuestra desorientación ante un
arte cuyo mágico efecto parece crecer con cada deficiencia. Pero
¿qué otra cosa puede decirse si no de una obra como, por ejemplo,
Chef d ’oeuvre inconnu, que combina la más profunda penetración en
el sentido de la vida y del presente con una increíble ingenuidad?
59 Taine, Nouveaux essais de critique et d}bistoire, 1865, págs. 104-113.
305