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Naturalismo e impresionismo
como si hubieran sido observados y copiados de la realidad. Tene
mos la sensación de estar ante una realidad compacta porque ios
elementos individuales de este microcosmos están unidos entre sí
de manera inseparable, porque las figuras son inimaginables sin su
entorno, los caracteres sin su constitución física y los cuerpos sin
los objetos de que están rodeados.
Las obras de arte clásico están separadas del m undo exterior y
están unas junto a otras en estricto aislamiento dentro de su pro
pia esfera estética. Todo naturalismo, es decir toda dependencia
evidente de un modelo, rompe la inmanencia de esta esfera, y toda
forma cíclica que reúne en sí distintas representaciones artísticas
anula la autocracia de la obra de arte individual. La mayoría de las
creaciones del arte medieval han surgido como tales composiciones
aditivas, abarcando en sí varias unidades independientes. La épica
caballeresca y las novelas de aventuras, con sus historias ensartadas
de manera inacabable y sus figuras en parte repetidas, pertenecen
a esta categoría lo mismo que los ciclos pictóricos de la pintura
medieval y los innumerables episodios de los misterios. Cuando
Balzac descubrió su sistema y cayó en la idea de La comedia huma
na como un marco que abarca las distintas novelas, regresó propia
mente a este método medieval de composición y se apropió una
forma para la que la autarquía y la unidad cristalina de la obra de
arte clásico habían perdido su sentido y su valor. Pero ¿cómo vol
vió Balzac a esta forma «medieval»? ¿Cómo pudo sobre todo ac
tualizarla a mediados del siglo XIX? El método artístico medieval
estaba totalmente desplazado por el clasicismo del Renacimiento,
por su idea de la unidad y de la subordinación. Mientras este cla
sicismo estuvo vivo, la composición cíclica no pudo nunca poner
se en vigor; pero el clasicismo tuvo vida sólo mientras se creyó po
der dominar la realidad material. El predominio del arte clásico
cesa con la aparición del sentimiento de dependencia de las condi
ciones materiales de la vida. También en este aspecto los rom ánti
cos son predecesores de Balzac.
Zola, Wagner y Proust señalan las etapas posteriores de esta
evolución y ponen cada vez más en vigor la tendencia al estilo cí
clico, enciclopédico y abarcador del mundo, en contraste con el
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