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Historia social de  la  literatura y  el  arte







                campesinos no se hace ilusiones en absoluto. Juzga las propiedades


                 buenas y malas del pueblo con la misma objetividad que las virtu­



                des y los vicios de la aristocracia, y su relación con las masas es tan


                poco dogmática y  tan  llena de contradicciones  como su mezcla de


                amor y odio a la burguesía.


                             Balzac es, sin quererlo ni  saberlo,  un escritor revolucionario.



                Sus verdaderas simpatías están con los rebeldes y los nihilistas.  La


                mayoría  de  sus  contemporáneos  reconocen  la  poca  confianza  que


                merece desde el punto de vista político; saben que,  en el fondo, es



                un anarquista que  se siente solidario siempre con  ios  enemigos de


                la sociedad,  los descarriados y los desarraigados. Louis Veuillot ob­


                serva que defiende el trono y el altar de tal modo que los enemigos


                de  estas  instituciones  no  podrían  deberle  sino  agradecimiento  52.



                Alfred Nettement escribe en la Gazette de France (febrero  1836) que


                Balzac quería vengarse en  la sociedad de  todas las injurias que ha­


                bía  sufrido  en  su  juventud,  y  que  su glorificación  de  las  naturale­



                zas antisociales no es otra cosa que esta venganza. Charles Weiss se­


                ñala  en  sus  recuerdos  (octubre  1833)  que  Balzac  se  presentaba


                como  legi ti mista,  pero  hablaba  siempre  como  un  liberal.  Víctor


                Hugo  afirma  que,  lo  quisiera  o  no,  pertenecía a  la  raza de  los  es­



                critores  revolucionarios,  y  que  en  sus  obras  se  revelaba el  corazón


                de  un  auténtico demócrata.  Zola,  finalmente,  establece  la  contra­


                dicción entre los elementos manifiestos y latentes de su concepción



                del  mundo,  y  señala,  anticipándose  a  la  interpretación  marxista,


                que  el  talento  de  un  escritor puede  muy  bien  estar  en  contradic­


                ción con  sus convicciones.


                           Pero el primero que descubre y define el auténtico sentido de



                este  antagonismo  es  Engels.  Él  es  el  primero en  tratar de  manera


                científicamente  desarrollable  la  contradicción  entre  las  opiniones


                políticas  y  las  creaciones  artísticas  del  escritor,  y  formula  con  ello



                uno  de  los  principios  más  importantes  para  la  investigación  de


                toda la sociología del arte.  Desde  entonces  es  evidente que el pro­


                gresismo  artístico  y  el  conservadurismo político  se  conciban  muy


                bien, y que todo artista honrado que describe la realidad fiel y sin­


                ceramente ejerce una influencia ilustradora y  liberadora. Tal artis­




                              André  Bellessort,  Balzac et son  oeuvre,  1924,  pág.  175.





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