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Historia social de la literatura y el arte
del público, a que lleva la existencia insegura y libre del proletaria
do artístico, desprecia al burgués y los ideales burgueses, es un re
volucionario y un demócrata convencido, un perseguido y un des
preciado. La teoría naturalista surge precisamente como defensa de
su arte contra la crítica tradicionalista. Champfleury explica en oca
sión de la exposición de Entierro de Ornam (1850): «De ahora en
adelante los críticos han de decidirse por o contra el realismo.» Con
esto se ha dicho la palabra definitiva65. Intrínsecamente, ni en el
concepto ni en la práctica es nuevo este arte, aunque nunca tal vez
se había representado la vida diaria con tal brutalidad. Pero es nue
va su tendencia política, el mensaje social que contiene, la repre
sentación del pueblo sin condescendencia alguna, sin rasgos altane
ros y sin interés folklórico. Pero, por lo que tiene también de nueva
esta actitud social y por lo mucho que se habla en el círculo de
Courbet de fin humanitario y de la tarea política del arte, la bohe
mia es y sigue siendo una heredera del romanticismo estetizante.
Ella, con frecuencia, adscribe incluso al arte una significación que
no poseyó ni siquiera en las teorías más exaltadas de los románticos,
convirtiendo en profeta a un pintor confusamente charlatán y en
acontecimiento histórico la exposición de un cuadro invendible.
Pero la pasión que llena a Courbet y sus seguidores es funda
mentalmente un sentimiento político; su confianza en sí mismos
arranca del convencimiento de que son los adelantados de la verdad
y los precursores del futuro. Champfleury afirma que el realismo no
es otra cosa que la tendencia artística que corresponde a la demo
cracia, y los Goncourt identifican simplemente la bohemia con el
socialismo en la literatura. Realismo y rebelión política son a los
ojos de Proudhon y Courbet sólo expresiones diferentes de la mis
ma actitud, y no ven entre verdad social y artística ninguna dife
rencia esencial. Courbet dice en una carta en 1851: «Yo soy no sólo
socialista, sino también demócrata y republicano, partidario de la
revolución, en una palabra, y, sobre todo, un realista, es decir un
amigo sincero de la auténtica verdad»66. Y Zola no hace otra cosa
que continuar la idea de Courbet cuando acentúa: «La République
65 Émile Bouvier, La bataille réaliste, 1913, pág. 237.
66 Jules Coulin, Dic sozialistiscbe Weltanscbauung /. d. franz. M al., 1909, pág. 61.
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