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Naturalismo e impresionismo
tan frecuentemente en la historia del arte, más en la renovación que
en la disminución de los motivos existentes. Las modificaciones
más radicales proceden del principio de la pintura a pleno aire
-que, por lo demás, no se puso en práctica de una vez y casi nunca
de manera consecuente-, y habitualmente se limitaron a dar la im
presión de que la pintura había surgido al aire libre. También esta
idea técnica, aparte de sus elementos obviamente científicos, tenía
un contenido político y moral y parecía querer decir: ¡Fuera, al aire
libre; fuera, a la luz de la verdad!
El carácter social del nuevo arte se manifiesta también en la
tendencia a una unión más estrecha entre los pintores, en su aspi
ración a fundar colonias de artistas y en adaptarse unos a otros en
su modo de vida. La Escuela de Fontainebleau, que incluso no es
una escuela ni una camarilla, sino un grupo incoherente cuyos
miembros recorren su propio camino y están unidos sólo por la se
riedad de sus propósitos, representa ya el espíritu colectivo de la
nueva época. Y las posteriores confraternidades de artistas, las co
lonias, los esfuerzos comunes en pro de reformas y los grupos de
vanguardia del siglo XIX, expresan todos la misma tendencia a la
cooperación y a la coalición. La conciencia de estar haciendo época,
y el conocimiento del sentido y las exigencias de la hora, que vi
nieron al mundo con el romanticismo, dominan ahora por comple
to la mente de los artistas. La expresión de Courbet «Faire de l’art
vivant», y el supuesto lema de Daumier «II faut étre de son temps»
expresan lo mismo, es decir el deseo de romper el aislamiento de
los románticos y redimir a los artistas de su individualismo. La in
troducción de la litografía como forma de expresión artística es
igualmente un síntoma de esta aspiración social. Ella corresponde
no sólo a aquella democratización del disfrute del arte que en la li-
leratura se realizó por medio de la novela de folletín, sino que sig
nifica el triunfo de lo popular y del periodismo en un nivel incom
parablemente más alto. El periodismo pictórico de Daumier señala
<■1punto artístico culminante de su tiempo, mientras que las nove
las folletinescas de Balzac significan, por el contrario, un descenso
ile su propio nivel sin ninguna mejora de la novela de folletín.
¿Pero era realmente ei mundo contemporáneo, o, si no toda,
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