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Historia social de la literatura y el arte
contra todo vínculo, rehúsa todo activismo político y lucha contra
toda tentación que pudiera inducirle a aventurarse fuera del círcu
lo de las relaciones meramente privadas75. Por miedo al desengaño
se convierte en un nihilista, pero se siente heredero legítimo de la
Revolución y de la Ilustración y explica la decadencia intelectual
por la funesta victoria de Rousseau sobre Voltaire7tí.
Flaubert se aferra al racionalismo como último resto del nada
romántico siglo XVIII; basta pensar en la ansiedad neurótica de
nuestra época para comprender el sentido de su prevención contra
las tendencias irracionales y autodestructivas del romanticismo
rousseauniano. «¿De qué culpa han de responder los hombres?»,
pregunta a una corresponsal neurótica atormentada con alucinacio
nes y escrúpulos religiosos77. Esto nos suena como un grito de so
corro y nos da la impresión de un último intento de mantener en
equilibrio un mundo amenazado por todas partes. La lucha de
Flaubert con el espíritu del romanticismo, el cambio constante
de su actitud frente a él, en la que tiene siempre la sensación de ser un
traidor, no es otra cosa que una maniobra para mantener este equi
librio. Toda su vida y toda su creación consisten en una oscilación
entre dos polos, entre sus inclinaciones románticas y su autodisci
plina, entre su anhelo de muerte y su voluntad de estar vivo y sano.
Como consecuencia de su provincianismo, está más cerca del ro
manticismo, ya un poco pasado de moda, que sus compañeros de
generación en París 78; hasta después de los veinte años vive en el
mundo ficticio y en la atmósfera espiritual excesivamente cálida de
un joven desarraigado y ajeno al tiempo. Se refiere años después
con frecuencia a aquella terrible situación, amenazado por la locu
ra y el suicidio, en la que coincidía con sus am igos79, y de la que
7* E, y J. de G oncourt,Journal, 29 de enero de 1863. Ed. de Flammarion-Fasquc-
lle, II, pág. 67. (Ed. cast., Diario.)
76 Flaubert, Corresp., III, págs. 4 8 5 ,4 9 0 y 5 0 8 ; Déducatiov sentimentale; II, 3; Ernest
Sci Hiere, Le román tis me des réalistes, Gustave Flaubert, 1914, pág. 257; Eugen Haas, Flau
bert ttnd die Poiitik, 1931, pág. 30.
77 Carta a MUe, Leroyer de Chantepie de 18 de mayo de 1857, Correspondance, III,
pág. 119.
7a Eug£ne G ilbert, Le román en Franee pend-ant le X I X 4 siecle, 1909, pág. 157.
79 Correspondajice, III, págs, 157, 448, etc.
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