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Naturalismo e  impresionismo








                  en  el  trabajo  que se está  realizando86.  La repulsa de  Flaubert  con­


                  tra el  romanticismo está estrechamente  ligada con  su aversión  por



                  el artista como tipo y con su oposición contra los soñadores e idea­


                  listas irresponsables. Combate en el artista y en el romántico la en­


                  carnación de  una  forma de vida por la que se siente amenazado en


                  toda su existencia moral. Odia al burgués, pero odia más todavía al



                  vagabundo.  Sabe  que  en  toda actividad  artística  hay  un  elemento


                  destructivo,  una  fuerza desintegradora y  hostil  a  la sociedad;  sabe


                  que  el  modo de vida artístico tiende  a la anarquía y al  caos, y que



                  la  creación  artística,  como  consecuencia  de  sus  elementos  irracio­


                  nales, tiende a desprenderse de toda disciplina y de todo orden, de


                  toda perseverancia y de toda continuidad. Esto —que ya sintió Goe­


                  the fi7, y  Thomas  Mann convierte  en problema central de su psico­



                                                                                            ,
                  logía de la forma de vida artística— la tendencia del artista a lo pa­

                  tológico  y  lo  criminal,  su  impúdico  exhibicionismo  y  su


                  indignante manera de caer en la farsa, en una palabra, toda la exis­



                  tencia de  histrión y vagabundo que lleva, deben de  haber  turbado


                  y deprimido a Flaubert.  El ascetismo que se impone a sí mismo, su


                  aplicación artesana,  su  retiro  monacal  detrás  de  su  obra,  deben en


                  última instancia dar testimonio sólo de su seriedad,  de su  respeta­



                  bilidad burguesa y de su lealtad, y demostrar que no tiene nada que


                  ver con el  «chaleco rojo»  de Gautier. El proletariado artístico se ha


                  convertido  en un hecho social que  no puede ser olvidado en  lo su­



                  cesivo;  la burguesía lo siente  como un peligro revolucionario y los


                  escritores  burgueses  se  sienten  tan  solidarios  con  ella  frente  a este


                  peligro como más tarde frente a la Commune,  que despierta en ellos


                  todos  sus  instintos burgueses reprimidos.



                             Una doctrina  como  el  esteticismo  de  Flaubert  no  es,  sin  em­


                  bargo,  una solución unívoca y definitiva,  sino  una fuerza dialéctica


                  que  modifica  su  dirección  y  pone  en  cuestión  su  propia  validez.



                  Flaubert  busca en el arte tranquilidad y protección contra el ímpe­


                  tu romántico de su juventud; pero, en el cumplimiento de esta fun­


                  ción,  él  mismo asume proporciones  fantásticas y demoníaca figura.





                            86  Georg Lukács, Die Seele und die Formen  (Theodor Storra oder die Bürgerlichkeit und

                  l'art pour l’art),  1911; Thomas Mann, Betrachtungen eines Vnpolitischen,  1918, págs. 69 sig.


                             -7 Georg Kcfersrein, Bürgertum und Bürgerlichkeit be i Goethe,  1933, págs.  126-223-





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