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Historia social de la literatura y el arte
Se convierte no sólo en un sustitutivo de todo lo que pueda dar sa
tisfacción y complacencia al alma, sino en principio de la vida mis
ma. Sólo en el arte parece haber alguna estabilidad, un punto fijo en
la corriente de consunción y evanescencia, de corrupción y disolu
ción. La entrega de la vida al arte adquiere ahora un carácter místi
co y religioso; no es un mero servicio más, o una mera ofrenda, sino
una contemplación en éxtasis del único Ser real, una absorción ra
dical y abnegada en la Idea. «Lart, la seule chose vraie et bonne de
la vie», escribe Flaubert al principio de su carrera8!i; y al final de ella
escribe: «L’homme n’est rien, l’oeuvre tout» 89. La doctrina de l’art
pour l’art como glorificación de la maestría técnica, en contraste con
el diletantismo romántico, expresaba originariamente el deseo de
adaptarse a un orden social firme; pero el esteticismo al que llega
Flaubert al final representa, por el contrario, un nihilismo antisocial
y hostil a la vida, una fuga de todo lo que se relaciona con la vida
práctica y con los hombres normales de carne y hueso; es la expre
sión del supremo desprecio y la suprema negación del mundo. «La
vida es tan horrible —gime Flaubert- que sólo se la puede soportar
evitándola. Y esto puede hacerse viviendo en el mundo del arte»90.
El «nous sommes faits pour le di re, et non pour l'avoir» es un men
saje cruel, es la aceptación de un sino desgraciado e inhumano.
«Sólo podrás describir el vino, el amor, las mujeres, la gloria, si no
eres ni bebedor, ni amante, ni esposo, ni soldado», escribe Flaubert,
y añade que el artista «es una monstruosidad, algo que está fuera de
la naturaleza». El romántico estaba demasiado íntimamente ligado
con la vida, con el afán por la vida; era mero sentimiento y mera na
turaleza. El artista Flaubert no tiene ya con la vida ninguna relación
directa; no es otra cosa que un muñeco, una abstracción, algo total
mente inhumano e innatural.
El arte perdió su espontaneidad en su lucha contra el roman
ticismo, y se ha convertido ahora en una compensación en la lucha
del artista contra sí mismo, contra su origen romántico y contra sus
inclinaciones e instintos. Hasta ahora se entendía por creación ar
88 Cormp., I, pág. 238, sept. 1851.
85 I b i d . , IV, pág. 244, dic. 1875.
90 Ibid, III, pág. 119.
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