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Naturalismo e  impresionismo







                   sente. El análisis del romanticismo condujo al diagnóstico de la en­



                   fermedad  de  todo  el  siglo,  al  conocimiento  de  la  neurosis,  cuyas


                   víctimas son  incapaces de dar cuenta de  sí mismas  y quisieran  es­


                   tar simpre en el pellejo de otro; en una palabra, que no se ven como


                  son, sino como querrían ser.  Flaubert abarca en esta autodecepción



                   y  en  esta  falsificación  de  la  vida,  en  este  «bovarysmo»,  como  ha


                   sido  llamada  su  filosofía",  la  esencia  de  la moderna subjetividad,


                  que desfigura todo lo que toca.  El sentimiento de que nosotros po­



                   seemos  sólo  una visión  deformada de  la realidad y  de que  estamos


                  encarcelados  en  las  formas  subjetivas  de  nuestro  pensamiento  en­


                   cuentra  en  Madame  Bovary  su  primera  expresión  artística.  Desde


                  aquí al  ilusionismo  de  Proust  lleva un  camino  recto  y  casi  ininte­



                   rrumpido lüü. La transformación de la realidad por la conciencia hu­


                   mana, a la que ya aludió Kant, adquirió en el curso del siglo XIX


                   el  carácter de una alucinación  tan pronto consciente como  incons­



                   ciente, e hizo surgir intentos de explicación y revelación tales como


                   el  materialismo histórico y el psicoanálisis.  Flaubert, con su  inter­


                   pretación del  romanticismo, es  uno de  los grandes descubridores y



                   desenmascaradores del siglo, y, por tanto, uno de los fundadores de


                   la moderna y reflexiva concepción del mundo.


                             Las  dos  novelas  principales  de  Flaubert,  la  historia  de  ía  ro­



                   mántica  provinciana,  inútil  para  la  vida,  y  la  del  joven  burgués,


                   rico, de medianas dotes, que disipa sus fuerzas intelectuales y su ta­


                   lento,  están  estrechamente  relacionadas.  Se  ha  llamado  a  Frédéric


                   Moreau  el  hijo  intelectual  de  Emma  Bovary;  pero  una  y  otro  son



                   hijos  de  aquella  «civilización  cansada»  101  en  la  que  se  mueve  la


                  vida de la burguesía triunfadora. Ambos son encarnación de la mis­


                   ma confusión de sentimientos y representan el mismo tipo de ratés



                   tan  característico  de esta generación de  herederos.  Zola designaba


                  a  La  educación sentimental como  la  novela  moderna  por  excelencia,


                   y  constituye,  como  historia  de  una  generación,  efectivamente,  el


                   punto  culminante  del  desarrollo  que  comienza  con  la  obra  Rojo y


                   negro y encuentra su continuación en La comedia humana.  Es una no­






                            99  jules de Gaultier, Le Bovarystne,  1902.

                             100  Édouard Maynial, Flaubert,  1943» págs.  111  sig.

                             lül  Paul Bourger, Essais depsychologie contmporaine,  1885» pág,  144.






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