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Historia social  de la  literatura y  el  arte








                    vela  «histórica»,  o  sea  una  novela  cuyo  héroe  es  el  tiempo  en  un


                    doble sentido.  En  primer lugar,  el  tiempo aparece como elemento


                    que determina y anima las figuras, y en segundo lugar, como prin­


                    cipio que las consume,  las  extermina y las devora.  El  tiempo crea­



                    dor y productor fue descubierto por el romanticismo; el tiempo co­


                    rruptor,  socavador  y  aniquilador  de  la  vida  y  de  los  hombres  fue


                    descubierto  en  la  lucha contra el  romanticismo.  La  experiencia  de



                    que,  como dice Flaubert,  «en la vida no hay que temer las grandes


                    desgracias,  sino  las  pequeñas»  102,  de  que  nosotros,  en  otras  pala­


                    bras,  no perecemos por obra de  nuestras más grandes y estremece-

                                                                                                                                   i
                   doras desilusiones, sino que vamos languideciendo lentamente con


                   nuestras  esperanzas  y  nuestras  ambiciones,  es  el  hecho  más  triste


                   de  nuestra existencia.  Este  languidecer paulatino,  imperceptible  e


                   irresistible,  esta silenciosa ruina de  la vida que  ni  siquiera produce



                   el  efecto  final  de  las  grandes  e  imponentes  catástrofes,  es  la  expe­


                   riencia  en  torno  a  la  que  gira  La  educación  sentimental,  y  con  ella


                   prácticamente toda la novela moderna; esta experiencia, como con­



                   secuencia  de  su  carácter  no  trágico,  e  incluso  no  dramático,  sólo


                   puede  ser  presentada  en  forma  narrativa.  La posición  privilegiada


                   de la novela en la literatura del siglo XIX se explica ante todo por


                   la  circunstancia  de  que  el  sentimiento  de  que  la  vida  está  siendo



                   triviaiizada y mecanizada de manera  irresistible, y el concepto del


                   tiempo como poder destructor,  se  han apoderado por completo de


                   la mente de los  hombres.  La  novela extrae su principio  formal  del



                   concepto del tiempo destructor y corruptor de la vida, así como la


                   tragedia  deriva  el principio de  su forma de  la  idea del  destino  in­


                   temporal que destruye al hombre de  un golpe.  Y así como el  hado


                   posee en  la tragedia una grandeza sobrehumana y  un poder meta-



                   físico, así también el  tiempo adquiere en  la  novela una dimensión


                   monstruosa,  casi  mítica.  Flaubert  descubre  en  La  educación  senti­


                   mental -y   en  esto  consiste  la  significación  histórica  de  la  obra-  la



                   presencia constante  del  tiempo presente y pasado de  nuestra vida.


                   Es  el  primero  en  darse  cuenta de  que  las  cosas,  en  su  relación con


                   el  tiempo,  modifican  también  su  sentido  y  su  valor,  que  pueden







                             102  C orrespI, pág.  289.






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