Page 335 - Hauser
P. 335

Historia social  de  la  literatura y el  arte








                  Nana,  sobre  los viajes de exploración de Zola ai  mundo de la pros­


                  titución y del  teatro,  recuerda en  todo caso esta anécdota.


                            Toda la idea en que Zola basa su ciclo de  novelas da la impre­



                  sión de ser el pian de una empresa científica.  Las obras por separa­


                  do constituyen, de acuerdo  con  el programa,  las partes de  un gran


                  sistema enciclopédico,  una especie de summa de la sociedad moder­


                  na.  «Quiero explicar  cómo se porta  una familia,  o  sea un pequeño



                  grupo de seres  humanos, en una sociedad»,  escribe en el prólogo a


                  La fortuna  de  los  Rougon.  Y  por  sociedad  entiende  la  Francia  de­


                  cadente  y  corrompida  del  Segundo  Imperio.  N ingún  programa



                  artístico puede parecer más completo,  más  objetivo ni  más cientí­


                  fico.  Pero Zola no escapa al destino de su siglo; a pesar de su cien­


                  tificismo es un romántico, y mucho más desenfrenadamente por cier­


                  to que los otros naturalistas de su  tiempo,  menos radicales que él.



                 Ya su racionalización y su esquematización de la realidad,  unilate­


                  rales y nada dialécticas, son romanticismo audaz y desconsiderado.


                 Y los símbolos a que reduce  la vida, abigarrada, varia y contradic­



                  toria -la ciudad,  la máquina,  el alcohol,  la prostitución,  la tienda,


                 los  mercados,  la bolsa,  el  teatro, etc.—  son  la  más  exacta visión de
                                                                                                  ,

                 un  sistematizador  romántico  que,  en  lugar  de  fenómenos  indivi­



                 duales  concretos,  ve por  todas partes alegorías.  A la preferencia de


                 Zola por lo alegórico se añade la fascinación que ejerce sobre él todo


                 lo grande  y desmesurado.  Es un fanático de  la masa,  de  los  núme­


                 ros,  de la materialidad  burda,  compacta e  inagotable.  Se embriaga



                 con  la  abundancia material,  con  el  desbordamiento,  con  las  gran­


                 des  escenas  de  conjunto  de  la  vida.  No  es  un  azar  el  que  sea  con­


                 temporáneo de  la grand opera y del  barón Haussmann.



                            Lo sobrio y  nada romántico en esta época de gran burguesía y


                 gran  capitalismo  no  es  el  naturalismo,  sino  la  literatura  amena  e


                 idealista de la burguesía. La literatura naturalista, a pesar de su ma­


                 terialismo radical, e incluso con frecuencia precisamente a causa de



                 este  materialismo,  ofrece  una pintura de  la  sociedad rabiosamente


                 fantástica.  El  racionalismo  y  el  pragmatismo  burgués,  por el con­


                 trario,  tienden  a  una  imagen  del  mundo  equilibrada,  armónica  y


                 pacífica.  Por  temas  «ideales»  entiende  la  burguesía  aquellos  que



                  tienen una influencia tranquilizadora, calmante y narcótica. La mi­






                                                                                    336
   330   331   332   333   334   335   336   337   338   339   340