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Historia social de la literatura y el arte
Nana, sobre los viajes de exploración de Zola ai mundo de la pros
titución y del teatro, recuerda en todo caso esta anécdota.
Toda la idea en que Zola basa su ciclo de novelas da la impre
sión de ser el pian de una empresa científica. Las obras por separa
do constituyen, de acuerdo con el programa, las partes de un gran
sistema enciclopédico, una especie de summa de la sociedad moder
na. «Quiero explicar cómo se porta una familia, o sea un pequeño
grupo de seres humanos, en una sociedad», escribe en el prólogo a
La fortuna de los Rougon. Y por sociedad entiende la Francia de
cadente y corrompida del Segundo Imperio. N ingún programa
artístico puede parecer más completo, más objetivo ni más cientí
fico. Pero Zola no escapa al destino de su siglo; a pesar de su cien
tificismo es un romántico, y mucho más desenfrenadamente por cier
to que los otros naturalistas de su tiempo, menos radicales que él.
Ya su racionalización y su esquematización de la realidad, unilate
rales y nada dialécticas, son romanticismo audaz y desconsiderado.
Y los símbolos a que reduce la vida, abigarrada, varia y contradic
toria -la ciudad, la máquina, el alcohol, la prostitución, la tienda,
los mercados, la bolsa, el teatro, etc.— son la más exacta visión de
,
un sistematizador romántico que, en lugar de fenómenos indivi
duales concretos, ve por todas partes alegorías. A la preferencia de
Zola por lo alegórico se añade la fascinación que ejerce sobre él todo
lo grande y desmesurado. Es un fanático de la masa, de los núme
ros, de la materialidad burda, compacta e inagotable. Se embriaga
con la abundancia material, con el desbordamiento, con las gran
des escenas de conjunto de la vida. No es un azar el que sea con
temporáneo de la grand opera y del barón Haussmann.
Lo sobrio y nada romántico en esta época de gran burguesía y
gran capitalismo no es el naturalismo, sino la literatura amena e
idealista de la burguesía. La literatura naturalista, a pesar de su ma
terialismo radical, e incluso con frecuencia precisamente a causa de
este materialismo, ofrece una pintura de la sociedad rabiosamente
fantástica. El racionalismo y el pragmatismo burgués, por el con
trario, tienden a una imagen del mundo equilibrada, armónica y
pacífica. Por temas «ideales» entiende la burguesía aquellos que
tienen una influencia tranquilizadora, calmante y narcótica. La mi
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