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Naturalismo e impresionismo
las distracciones públicas, su placer de ver y ser vistas hacen del
teatro el arte representativo de la época. Ninguna sociedad anterior
ha encontrado tal deleite en el teatro, y para nadie ha significado
tanto un estreno como para el público de Augier, Dumas hijo y Of-
fenbach l0°. La pasión de la clase media por el teatro es altamente
satisfactoria para aquellos que configuran la opinión pública; están
orgullosos de mantener el entusiasmo de ésta y se sienten refren
dados en sus criterios de valor estético. El análisis del público por
Sarcey, el crítico dramático más influyente de la época, está indu
dablemente relacionado con esta tendencia. Por ello, no sólo es por
relación al progreso general de las ciencias sociales y a la concen
tración del interés en los fenómenos intelectuales colectivos por lo
que él afirma que el público es la esencia del teatro, y que uno po
dría más fácilmente imaginarse una obra representada sin cualquier
otra cosa antes que sin público107. Para Sarcey, el principio de que
el público tiene siempre razón es el criterio de toda crítica, y él se
atiene a esta piedra de toque, aunque sabe perfectamente que el an
tiguo público culto se ha desintegrado ya y que de los antiguos
«habituales», entre los cuales había un verdadero acuerdo en el
gusto, sólo queda un pequeño grupo de aficionados teatrales cons
tantes: el público de los estrenosl08. Sarcey considera que los cam
bios sociales que han creado el público teatral de la metrópoli mo
derna son un proceso relativamente nuevo que se desarrolla dentro
del marco de la misma burguesía. El rápido incremento de este pú
blico como resultado del desarrollo del ferrocarril, que posibilita
al público de provincias y del extranjero afluir a París y sustituir al
círculo relativamente homogéneo de los antiguos «habituales» por
la sociedad heterogénea de visitantes ad hoc, fenómeno que atrae la
atención de otros círculos contemporáneos, además de Sarcey, los
cuales lo consideran como la razón más importante del cambio de
estilo en el dram a10y, señala, sin embargo, sólo la última etapa, pero
306 André Bellessort, La Société frangaise sous le Second Empire. en «La Revue Heb-
domadaire», 1932, 12, págs. 290, 292.
107 Francisque Sarcey, Quarante ans de tbédtre, I, 1900, págs, 120, 122.
108 Ib id, págs. 209-212.
109 J "J' Weiss, Le théatre et les moeurs, 1889, págs. 121 sig. Cf. Renán, Prólogo a
Drames philosophiques, 1888.
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