Page 341 - Hauser
P. 341
Historia social de la literatura y el arte
La calidad inferior de las obras -puesto que es ínfim a- no se
debe al hecho de que sírvan a un propósito definido y defiendan
una tesis -incluso las comedias de Aristófanes y las tragedias de
Corneille hicieron también esto— sino al hecho de que el propó
,
sito se les imponga desde fuera y ninguna de las figuras sea de
carne y hueso. Nada es más característico de la combinación inor
gánica de tesis y exposición en estas obras que la figura fija del
«argumentador». El mero hecho de que un personaje no tenga
otra función que la de ser intérprete del autor demuestra que la
doctrina moral no sale de lo meramente abstracto, y que en el
fondo la ideología no forma unidad con el cuerpo de la obra. Los
autores se avienen o, más bien aceptan, las opiniones de las clases
dominantes sobre los buenos y malos hábitos de la época, y tie
nen, independientemente de estas ideas, un cierto don de entre
tenimiento, una cierta habilidad para hacer surgir el interés y
crear una tensión con medios escénicos. Entonces combinan estos
datos y usan su ingenio teatral para vender las opiniones y teorías
que tienen que proclamar. Pero lo hacen de manera completa
mente directa y brusca, y contribuyen grandemente sin saberlo al
principio de «el arte por el arte». Porque la propaganda en arte
es más molesta cuando no impregna completamente la obra y
cuando la idea que se proclama no coincide enteramente con la
visión del artista.
En contraste con el romanticismo, el Segundo Imperio es
una época de racionalismo, reflexión y análisis n0. Los problemas
técnicos están por todas partes en primer plano, y en todos los gé
neros domina la inteligencia crítica. En la novela, este espíritu crí
tico está representado por Flaubert, Zola y los hermanos Gon-
court; en la poesía lírica, por Baudelaire y los parnasianos; y en el
drama, por los maestros de la piece bien faite. Los problemas forma
les, que sirven de contrapeso a la tendencia emocional romántica
en la mayoría de los géneros, predominan en la escena. Y no son
simplemente las condiciones externas de la representación, sus es
trechos límites temporales y espaciales, el carácter popular del pú-
130 A. Thibaudet, op. cit>, págs. 295 sigs.
342