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Historia social  de  la  literatura y el arte







               no  la más  importante,  en un proceso que  había comenzado ya con



               la Revolución francesa.


                         Scribe representa el momento decisivo del cambio en la histo­


               ria del moderno drama francés, y él es no sólo el primero en dar ex­


               presión dramática a la ideología burguesa de la Restauración, basa­



               da  en  el  dinero,  sino  que  crea  también  con  su  obra  de  intriga  el


               instrumento más adecuado para servir a la burguesía como arma en


              su  lucha  por  imponer  su  ideología.  Dumas  y  Augier  representan



              simplemente  una forma más desarrollada de  su  bon sense y signifi­


              can  para  la clase  media de  1850  lo que  había sido  él  para  la  bur­


              guesía de  la Restauración y  la Monarquía de Julio.  Ambos procla­



              man el  mismo racionalismo superficial y el  mismo utilitarismo,  el


               mismo  llano optimismo y materalismo,  con la única diferencia de


              que Scribe era más honrado que ellos y hablaba, sin falsa modestia



              y sin afectación, del  dinero, las  carreras  y los matrimonios de con­


              veniencia donde ellos hablan de ideales, deberes y amor eterno. La


              burguesía,  que  en  los  días  de  Scribe  era  una  clase  ascendente  que


              luchaba por su posición,  ha alcanzado ahora una situación recono­



              cida  y  está  amenazada  ya  desde  abajo;  se  imagina,  por  ello,  que


              debe  disfrazar sus  objetivos materialistas  con el  ropaje del  idealis­


              mo y, por tanto, muestra una timidez que no sienten jamás las cia­



              ses  que están luchando por su posición.


                         Nada estaba tan bien calculado para servir de  base a la ideali­


              zación  de  la  clase  media  como  la  institución  del  matrimonio  y  la


              familia. Era posible representarla con toda la buena fe como una de



              aquellas formas sociales en las que se expresan los sentimientos más


              puros, más desinteresados y más nobles, pero, indudablemente, era


              la  única  institución  que  desde  la  disolución  de  los  antiguos  lazos



              feudales grantizaba todavía la permanencia y estabilidad de la pro­


              piedad. Sea como fuere, la idea de la familia como baluarte de la so­


              ciedad  burguesa contra peligrosos  intrusos  de fuera y  destructores


              elementos de dentro se convirtió en fundamento espiritual del dra­



              ma.  Era  tanto  más  apropiada para  esta  función  cuanto  que  podía


              ser puesta en  conexión  directa con el  tema amoroso.  Esto  no ocu­


              rrió,  sin  embargo,  hasta que  la  idea del  amor fue  reinterpretada y



              liberada de sus  rasgos  románticos.  El amor ya no podía ser admiti­






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