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Naturalismo e impresionismo








                 sólo pudo salvarse  con  un  inaudito esfuerzo de voluntad,  con  una


                 férrea  disciplina mantenida sin  consideración alguna para sí mis­


                 mo.  Hasta  la  crisis  que  sufrió  a  los  veintidós  años  es  un  hombre



                 atormentado por visiones, depresiones y bruscas explosiones senti­


                 mentales, un enfermo cuya excitabilidad y sensibilidad han de con­


                 ducirle a la catástrofe.  Su vida en el arte y para el arte,  la regulari­



                 dad e  intransigencia de su método de  trabajo,  la inhumanidad de


                 su  l’art pour l'art y  la impersonalidad de su estilo, en  una palabra,


                 toda su teoría y su práctica del arte no son otra cosa que un deses­


                 perado esfuerzo por salvarse de una ruina segura. El esteticismo de­



                 sempeña psicológicamente en él el mismo papel que ha desarrolla­


                 do sociológicamente en el romanticismo: es una especie de fuga de


                 la realidad, que se ha vuelto  insoportable.



                           Flaubert  se libera del  romanticismo;  lo supera en cuanto que


                 lo representa poéticamente y pasa de ser su adorador y su víctima


                 a  ser  su  crítico  y  su  analista.  Coloca  el  mundo  de  los  sueños  ro­


                 mánticos  frente a la realidad de la vida cotidiana y se convierte en



                 naturalista  para  revelar  la  mendacidad  y  la anormalidad  de  estas


                 ensoñaciones extravagantes.  Pero nunca se cansa de jurar que odia


                 la seca vida cotidiana,  que  le  resulta antipático  el  naturalismo de


                 Madame Bovary y de La educación sentimental,  y que le resulta infan­



                 til  todo doctrinarismo.  A pesar de  todo esto, es el primer escritor


                 naturalista,  el primero cuyas obras dan una pintura de  la realidad


                 en armonía con la doctrina del naturalismo.  Sainte-Beuve recono­



                 ce con ojo seguro las consecuencias del cambio que Madame Bovary


                 representa en la historia de la literatura francesa.  «Flaubert  mane­


                 ja la pluma como otros el escalpelo», escribe en su recensión, y ca­



                 racteriza el  nuevo estilo como victoria de los anatomistas y fisiólo­


                 gos en el arte80. Zola hace derivar toda su teoría del naturalismo de


                  las obras de Flaubert, y considera al autor de Madame Bovary y La


                 educación sentimental como creador de la novela moderna81. Flaubert


                 significa, ante todo, comparado con las exageraciones y los violen­



                 tos efectos de Balzac,  la renuncia a la acción melodramática, aven­


                  turera e incluso simplemente  intrigante;  la preferencia por la des­




                            ao  «Le Moniteur», 4 de mayo de  1857; Causeries de lundi,  XIII.

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