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Historia social de la literatura y ei arte
por el arte» ha cambiado, sin embargo, otra vez. Después de la re
pulsa originaria y del reconocimiento posterior, su actitud frente al
arte «puro», moralmente indiferente, se define como enteramente
hostil. La rebeldía de los artistas ha sido quebrantada, y ya no hay
razón para temer su intervención en las cuestiones de la vida prác
tica. L’art pour l'art es arrojado por la borda, y se reconoce de nue
vo la competencia del artista como guía intelectual. Sólo por parte
del naturalismo amenaza un peligro; pero desde que sus represen
tantes se declaran en favor, si no de «el arte por el arte» como tal,
al menos del tratam iento sin prejuicios ni sentimentalismo de
cuestiones morales, en otras palabras, de un amoralismo artístico,
la repulsa del l'art pour l’art se vuelve directamente contra ellos
también. El gobierno incorpora al arte y a los artistas a sus siste
mas de educación y corrección. Los redactores jefes y los críticos de
los grandes periódicos y revistas, los Buloz, Bertin, Gustave Plan
che, Charles Rémusat, Arnaud de Pontmartin, Emiíe Montegut
son sus autoridades supremas; Jules Sandeau, Octave Feuillet,
Emile Augier y Dumas hijo, sus autores más respetados; la Uni
versidad y la Academia, sus institutos de enseñanza e investigación
para la higiene intelectual; el procurador general y el prefecto de
policía, los guardianes de sus principios morales. Los representan
tes del naturalismo tienen que luchar contra la hostilidad de la crí
tica hasta 1860, y contra la Universidad durante toda su vida. La
Academia sigue cerrada para ellos, y nunca pueden contar con una
ayuda por parte del Estado, Flaubert y los hermanos Goncourt son
acusados de delitos contra la moral, y Baudelaire es incluso conde
nado a una multa considerable.
El proceso contra Flaubert y el éxito sensacional de Madatne
Bovary (1857) deciden la lucha en tomo al naturalismo a favor de
la nueva tendencia. El público se muestra interesado, y pronto la
crítica también rinde las armas; solamente los más tercos y miopes
permanecen en la oposición. La tendencia progresista es impuesta
esta vez a la crítica por los lectores, aunque el interés del público
no tiene ni mucho menos razones meramente artísticas. Sainte-
Beuve, que tiene un sentido muy sutil para los cambios de moda
en las tendencias intelectuales, encuentra de nuevo el camino ai li
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