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Naturalismo e impresionismo
<|ué intoxicación de los sentidos impresionó al público contempo
ráneo y hasta q u é punto se sentía rebelde contra todos los conven-
t ionalismos m uertos y sentía el descubrimiento de un mundo jo
ven, feliz y prohibido. Es comprensible, aunque sorprenda en un
principio, que Baudelaire, que no era ni mucho menos devoto de la
música, pero que es el único de los contemporáneos de Wagner cu
yos acentos crean en nosotros el mismo sentimiento de felicidad
<|ue la música de Tristán, fuera el primero en reconocer la signifi
cación del arte de Wagner.
Aparte de sus nervios sobreexcitados, de su pasión por la nar
cosis y los efectos estupefacientes, Wagner comparte con Baudelai-
rc los mismos sentim ientos cuasí-reíigiosos y el mismo anhelo ro
mántico de redención. Y aparte de su debilidad por los colores
brillantes y las formas exuberantes, está ligado a Flaubert por una
especie de diletantism o genial y una relación totalmente reflexiva
con su propia obra. Tiene un talento tan escasamente natural y es
pontáneo, y lucha con su obra casi tan violenta y desesperadamen-
ie, y tiene en el arte una fe tan escasamente auténtica como Flau
bert. Nietzsche señala que ninguno de los grandes maestros era
(odavía a los veintiocho años tan mal músico como Wagner, y, con
la excepción de Flaubert, es cierto que ningún gran artista dudó
¡an largo tiempo de su propia capacidad. Ambos sintieron que el
arte era el torm ento de’su vida, que estaba entre ellos y el disfrute
be la vida, y ambos consideraron el abismo entre realidad y arte,
entre avoir y dire como infranqueable. Eran miembros de la misma
última generación romántica, que riñó una batalla tan incansable
como desesperada contra su egoísmo y su esteticismo.