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Naturalismo e impresionismo
sentimental, y los capitalistas curtidos, de pensamiento claro y
despierto, coquetean con ideas filantrópicas, benéficas y reformis
tas. La reacción teórica contra el liberalismo económico se convier
te en un asunto íntimo, en una autosalvación moral de la burgue
sía. Es el mismo estrato social que en la práctica representa el
principio de la libertad económica el que mantiene aquélla y el que
forma, dentro del compromiso Victoriano, el elemento que com
pensa el materialismo y el egoísmo.
Los años de 1832 a 1848 son un período de la más aguda cri
sis social, llenos de intranquilidad y de luchas sangrientas entre el
capital y el trabajo. El proletariado inglés experimentó después del
B ill de reforma el mismo trato por parte de la burguesía que sus
hermanos en Francia después de 1830. Con ello se forma una es
pecie de comunidad de destino entre la aristocracia y el pueblo
frente al enemigo común, la burguesía capitalista. Esta efímera re
lación nunca puede ciertamente llevar a una verdadera comunidad
de intereses y hermandad de armas, pero basta para ocultar la rea
lidad a los ojos de un pensador tan emotivo en sus decisiones como
Carlyle y para transformar su lucha contra el capitalismo en una
fantasía histórica romántico-reaccionaria. A diferencia de Francia,
donde el odio contra la burguesía se expresa en un naturalismo es
tricto y despierto, en Inglaterra, que desde el siglo XVII no ha vi
vido ninguna revolución y donde faltan las experiencias y desen
gaños políticos de los franceses, surge un segundo romanticismo.
En Francia, hacia mediados de siglo, está superado el romanticis
mo como movimiento, y la lucha contra él adquiere un carácter
más o menos privado. En Inglaterra la situación se conforma de
modo distinto, y el antagonismo de las tendencias racionalistas e
irracionalistas no se limita en modo alguno a una lucha íntima,
cual la de Flaubert, por ejemplo, sino que divide al país en dos
campos, que en realidad son de composición mucho más heterogé
nea que las «dos naciones» de Disraeli.
La tendencia dominante en la evolución es, en Inglaterra
como en todo Occidente, positivista, es decir corresponde a los
principios del racionalismo y naturalismo. No sólo los poderosos
de la política y la economía, no sólo los técnicos y los investigado
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