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Naturalismo e impresionismo







                glaterra comienza a  transformarse en  un  impresionismo pasivo,  la


                 novela naturalista en Rusia siga siendo viva y capaz de desarrollar­



                se. La literatura rusa, que de las manos de la nobleza campesina, fa­


                 tigada  y  amenazada  de  ruina,  pasa  a  las  de  una  clase  ascendente,


                 cuando la burguesía portadora de  la cultura en  Occidente se sien­


                 te ya agotada y  amenazada desde abajo,  supera no sólo  la dolencia



                 cósmica  que  comenzaba  a  aparecer  en  la  poesía  de  la  nobleza  de


                 sentimientos  románticos,  sino  también  el  tono  de  resignación  y


                 de  escepticismo  que  domina  la  literatura  occidental  moderna.  La



                 novela rusa es,  a pesar de los  tonos oscuros  de su expresión, de un


                 optimismo  invencible,  testimonio de  la fe en  el  futuro de Rusia y


                 de la humanidad; está llena de un esperanzado ánimo de lucha, de



                 una  nostalgia  evangélica  de  salvación  y  de  la certeza  de  la  reden­


                 ción.  Este optimismo no se expresa en  modo alguno en puros sue­


                 ños del deseo y en happy endings baratos,  sino en la segura confian­



                 za de que los  sufrimientos y sacrificios de la humanidad tienen un


                 sentido y nunca son en vano. Las obras de los grandes escritores ru­


                 sos terminan casi siempre de manera conciliadora, si  bien a menu­


                 do muy tristemente; son más serias que las novelas de Flaubert, de



                 Maupassant y de los Goncourt, pero nunca tan amargas, nunca tan


                 desesperadas.


                           El milagro de la novela rusa consiste en que, a pesar de su ju­



                 ventud,  alcanza  no  sólo  la  altura  de  la  novela  francesa  e  inglesa,


                 sino que arrebata a éstas la dirección y representa la forma literaria


                 más progresista y vital de la época. Junto a las obras de Dostoievs-


                 ki  y Tolstói,  toda la  literatura occidental  de  la segunda mitad  del



                 siglo aparece como agotada y estancada. Ana Karenina y Los herma­


                 nos Karamazov señalan la cumbre del naturalismo europeo; resumen


                 y superan los logros psicológicos de la novela francesa e inglesa, sin



                 perder  el  sentido  de  las  grandes  relaciones  supraindividuales.


                 Como  la novela social  alcanza  su perfección con  Balzac,  la de for­


                 mación  del  carácter  con  Flaubert,  la picaresca con Dickens,  así la


                 novela psicológica entra con Dostoievski y Tolstói  en el estadio de



                 la plena madurez, Estos dos escritores representan la conclusión del


                 proceso  que,  por  una  parte,  arranca  de  la  novela  sentimental  de


                 Rousseau,  Richardson y Goethe,  y, por otra,  de la noveia analítica







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