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Historia social de ía literatura y el  arre








              y Svidrigailov,  Myshkin y  Rogoshin,  Iván  Karamázov y  Smerdia-


              kov; todo impulso, toda excitación, todo pensamiento engendra su


              contrario en cuanto aparece en  la conciencia de estos hombres. Los



              héroes de  Dostoievski  están  en  todas partes ante alternativas con­


              tra  las que deberían elegir y  no pueden hacerlo; por eso su pensar,


              su autoanálisis  y autocrítica  son  un  continuo enojo  y  rabia contra


              sí mismo. La parábola de los cerdos en los que se ha introducido el



              espíritu malo no se refiere sólo a las figuras de Los demonios,  sino en


              mayor o m enor medida a toda la estirpe que él describe como crea­


              dor. Sus novelas se desarrollan en la víspera del  juicio final; todo se



              encuentra en el  estado de la más  terrible tensión, de  la más mortal


              angustia, del  más desaforado caos;  todo espera  su esclarecimiento,


              pacificación y  salvación mediante un milagro;  su solución,  no por


              la fuerza y  la agudeza del espíritu, no por la dialéctica de la razón,



              sino por la renuncia a esta potencia y el sacrificio de la razón. En el


              pensamiento del suicidio intelectual, que Dostoievski defiende, se


              expresa toda la problemática de su filosofía, que busca resolver pro­



              blemas  reales  y  cuestiones  bien  planteadas  de  manera  completa­


              mente irreal,


                        Dostoievski debe la profundidad y finura de su psicología a la


              intensidad con que ha vivido los problemas del hombre intelectual



              moderno.  Pero  la  ingenuidad de su filosofía moral procede de sus


              escapadas antirracionalistas,  de su  traición al intelecto y de  su  in­


              capacidad de resistir a las seducciones del romanticismo y del idea­



              lismo abstracto.  Su  nacionalismo místico,  su ortodoxia religiosa y


              su  ética  intuitiva  forman  una  unidad  espiritual  y  proceden  evi­


              dentemente  de  la misma  vivencia  y  de  la  misma conmoción  aní­


              mica.  Dostoievski  pertenecía  en  su  juventud  a  los  radicales  y era



              miembro del  círculo  de  ideas  socialistas  de  Patraschebski.  Fue,  a


              causa del papel  que allí desempeñaba, condenado a muerte,  indul­


              tado después de haber vivido  todos los preparativos para su ejecu­



              ción, y enviado a Siberia. Esta experiencia y los años de prisión pa­


              recen  haber  quebrantado  su  rebeldía.  Cuando  después  de  una


             ausencia de diez años vuelve a San Petersburgo, ya no es ni  un so­


              cialista ni  un radical, sí  bien  todavía está muy  lejos de su ulterior



              misticismo  político y religioso.  Sólo  las  terribles privaciones de la






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