Page 29 - Los caminos de Virginia
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la ocasión,  el parlante  y el receptor.  La ocasión, afirma,  debe ser  entendido como  el

                  propósito del poema. Figueroa ha hecho bien en llamar la atención en que el monólogo

                  dramático busca la sensibilidad del autor, lo que define el poema en este caso es qué tipo de

                  sensación despierta, ese será su propósito. Así pues, el discurso que Ospina pone en boca de

                  Mussolini producirá temor, y el monólogo del hombre anónimo que fusilarán durante la

                  guerra civil española producirá compasión.


                  El segundo elemento que resalta Howard es el parlante o emisor. Es el personaje que dirige

                  el discurso. Al momento de encarar el poema se resuelve la personalidad que el poeta le

                  otorga a su personaje. El discurso de Mussolini devela su locura expansionista, Nietzsche y

                  Whitman a través de su monólogo profético manifiestan no sólo una actitud melancólica

                  por el pasado, sino una actitud de preocupación frente al porvenir.



                  El tercer  elemento del  monólogo dramático  es el receptor del discurso, el oyente. Por

                  ejemplo el lamento del fusilado en la guerra civil española está dirigido a su amor, Carmen;

                  el discurso de Mussolini está dirigido al pueblo; Nietzsche se dirige a aquel anónimo que lo

                  acompaña en el lecho de muerte. Aparentemente el oyente es de poca importancia en el

                  poema, pero  es  el elemento más importante, ya que este oyente  es así  mismo el lector.

                  Cuando Nietzsche se despide, es al lector a quien le está dando su último adiós: cuando

                  Mussolini discurre, el lector está entre la multitud que lo escucha. Pero al mismo tiempo ese

                  oyente es todos los hombres. Los hijos y las madres a los que Mussolini invita a la guerra y a

                  la creación de un imperio, son todos los hijos y las madres del mundo que deben soportar la

                  invitación a la guerra;  Carmen son  todas las  mujeres  de los  desaparecidos; Nietzsche se

                  dirige a todos los hombres anunciando el ocaso del mundo.


                  De manera que estos elementos que he mencionado son parte del ensamble de todos los

                  poemarios de William Ospina, pero es en sus últimos poemarios en donde este ensamble


                  cobra un sentido de una unidad más compleja.



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