Page 36 - Los caminos de Virginia
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“ensueño olímpico”. El griego de la época de Homero deificará los fenómenos naturales, los
dioses se le manifestarán en los sueños como protectores y comunicadores. En los sueños,
porque la vigilia se les muestra horrorosa y angustiante, pero digna de ser vivida porque se
le ha revelado su finitud, es decir, se le ha revelado lo inevitable, su muerte.
El estado siguiente del arte griego en la época de Homero es el estado dionisiaco. Nietzsche
observa en las fiestas populares de la antigüedad, no una contemplación de la naturaleza,
como en el caso del poeta apolíneo, sino una comunión con ella, rompiendo de esta manera
con el velo de Maia. Gracias al símbolo, el hombre dionisiaco logra romper la barrera que el
poeta apolíneo tenía frente a sí.
De ahora en adelante, la esencia de la naturaleza se expresará simbólicamente; un nuevo
mundo de símbolos será necesario, toda una simbólica corporal; no solamente el
simbolismo de los labios, del rostro, de la palabra, sino también todas las actitudes y los
gestos de la danza, ritmando los movimientos de todos los miembros. Entonces con un una
vehemencia repentina, las otras fuerzas simbólicas, las de la música, se acrecientan en ritmo,
dinámica y armonía. Para comprender este desencadenamiento simultáneo de las fuerzas
simbólicas, el hombre debe haber alcanzado ya ese grado de renunciación que quiere
proclamarse simbólicamente en esas fuerzas; el adepto ditirámbico de Dionisio no es
entonces comprendido más que por sus afines. (1980, 31)
El sentimiento de “horror sagrado”, ese instante apolíneo que afecta al poeta contemplativo
frente a la naturaleza y su complemento armónico, la fuerza dionisiaca, es decir, la
embriaguez desbordada del poeta a través de su unión con ella, será un tema que será
retomado más adelante. Lo considero un tema de gran importancia en el desarrollo del
poemario de William Ospina, que de hecho permea y es legítimo considerarlo el espíritu
presente en el poemario entero. Ospina dedica sus primeras líneas de su ensayo Hölderlin y
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