Page 37 - Los caminos de Virginia
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los nuevos dioses a su lectura de Nietzsche y llama la atención sobre la urgente necesidad de

                  la recuperación de los dioses perdidos. Sobre estos dioses perdidos, Ospina afirma:


                   “De la existencia indudable de los dioses nos habla sin fin cada templo gótico, cada maravilla de mármol

                  griega, cada hexámetro de Homero, cada existencia humana, porque los dioses no son otra cosa que la
                  expresión particular en cada época de lo divino del mundo y de la relación de los humanos con él” (1994, 108)


                  Así mismo, afirma que esta expresión particular de lo divino, el arte, no debe tener como

                  función adoctrinar, ni imponer verdades, sino  que debe tener la función del perpetuo

                  aprendizaje por parte del artista y la celebración del mundo natural, tal como lo manifiesta

                  en su ensayo “Lo que nos deja el siglo XX”. Los ejercicios poéticos  de ¿Con quién habla
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                  Virginia caminando hacia el agua? cristalizan estas dos funciones. Este poemario hace parte

                  de un proceso de aprendizaje tanto del autor como del lector, es una constante búsqueda,

                  característica que ha encontrado Cobo Borda en la poesía contemporánea. Pero así mismo,

                  es un retorno a lo primario, una celebración de la naturaleza, así como lo hicieran los

                  griegos de los tiempos de Homero, Nietzsche a través de sus reflexiones filosóficas, y como

                  lo hiciera Whitman en las Hojas de hierba (1855) o Antonio Machado en sus Campos de

                  Castilla (1912).



                  Los dos primeros poemas dedicados a Nietzsche en  establecen el proyecto del poemario y

                  exploran  la conclusión de un camino de decadencia cuyo origen Nietzsche atribuyó  a

                  Eurípides, Sócrates y Platón, que corresponde a una “superación” de la etapa armónica de lo

                  apolíneo y lo dionisiaco. Es valioso el aporte de Matei Calinescu en cuanto al estudio sobre

                  el paradójico encuentro entre la “superación” o “progreso” y el término “decadencia”, y lo

                  que será el consecuente estilo de la decadencia. Calinescu explica que el mito de la

                  decadencia era conocido por todas las tradiciones mítico-religiosas, desde la noción india



                  2  Me atrevo usar el término “ejercicio poético” que usa frecuentemente tanto Borges como Ospina. Esto
                  debido a que considero el poema semejante a lo que Platón encontraba en la filosofía y que lo expresa en La
                  República: una ejercitación del alma. Es legítimo pensarlo también como la ejercitación y el
                  perfeccionamiento de la actividad poética misma.

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