Page 52 - Educación en Bolivia (Warisata) y México (Chuminópolis) Arturo Vilchis
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54   Educación en Bolivia (Warisata) y México (Chuminópolis)




            tencia, al desarrollo del apoyo mutuo, a la participación colectiva
            en las decisiones y proyectos.
               La moral de apoyo mutuo manifiesta una proximidad al as-
            cetismo, Kropotkin insiste en que el apoyo mutuo desemboca en
            un “ama al prójimo como a ti mismo”,  idea que es, sin duda,
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            de innegables resonancias cristianas. Sin embargo, la solidaridad,
            la abnegación y el sacrificio por los demás son principios no ex-
            clusivos de las religiones, las cuales han procurado adjudicárselos
            para fortalecer su apariencia moral.  Es decir, la moral de apoyo
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            mutuo descansa en el sentido vitalista, en la buena voluntad de los
            hombres, aspectos innatos en la humanidad que, sin embargo, la
            autoridad y la educación han negado por medio de un código mo-
            ral: “Asi [sic], pues, cualquiera sea la acción del hombre, cualquie-
            ra que sea su línea de conducta obra siempre obedeciendo a una
            necesidad de la naturaleza, y esa necesidad es el apoyo mutuo”.
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            Característica natural de la búsqueda del bien vivir en beneficio
            colectivo, aunado a ello retoman el lineamiento de la Escuela Es-
            toica: “buena conducta es lo que define con el ejemplo”.  Se vuel-
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            ve entonces en una lección moral, la cual también es una lección
            política, y se expresa en la vida de manera ejemplar. El apoyo mu-
            tuo se concibe como una articulación entre ética y política, basado
            en la coherencia entre medios y fines: a la libertad sólo se llega


               18   Piotr Kropotkin, El apoyo mutuo…, cit., p. 85.
               19   “La práctica de solidaridad no cesa nunca, ni aún en las épocas peores
            de la historia; aún cuando las circunstancias temporales de dominación, de ser-
            vidumbre, de explotación, hacen desconocer este principio de solidaridad, per-
            manece siempre en el pensamiento de la mayoría […] El sentido moral es en
            nosotros una facultad moral, igual que el sentido del olfato y del tacto.
               En cuanto a la ley y la religión, que también han predicado este principio,
            sabemos que sencillamente lo han escamoteado para con él cubrir su mercancía;
            sus prescripciones favorecen al conquistador, al explotador y al clérigo”. P. Kro-
            potkin, La moral anarquista…, cit., p. 35.
               20   Ibid., p. 23.
               21   Séneca, “El Estoicismo”, en Los filósofos antiguos. Selección de textos, Clemente
            Fernández (sel.), Madrid, Biblioteca de Autores Cristianos, 1974, p. 484.
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