Page 56 - Educación en Bolivia (Warisata) y México (Chuminópolis) Arturo Vilchis
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58 Educación en Bolivia (Warisata) y México (Chuminópolis)
No obstante, existe una violencia necesaria y aceptada por el anar-
cocomunismo, como manifestó Pietro Gori:
Que uno me ponga el pie en el cuello en nombre del Estado o de su
capricho individual es siempre una misma cosa. La violencia, tanto
si sobre mí la comete un agente del gobierno, como cualquier otro
prepotente, hará nacer en mí el derecho de legítima defensa. Y he
aquí que surge el concepto moral de violencia necesaria. […] El derecho
de legítima defensa que hace necesaria la violencia en el individuo
y en la sociedad es el fundamento moral de las revoluciones contra
cualquier forma de tiranía. 25
La importancia del método por el cual se consigue poco o mucho no
justifica la violencia. El uso de la violencia es algo que, en determi-
nadas circunstancias, debido a la resistencia que ofrecen los poderes
establecidos, habría que emplear si se quiere derribar los obstácu-
los que se oponen a la liberación de la humanidad, pero nunca
se puede justificar por sí misma ni se debe ejercer para obtener
mejoras concretas o más amplias, el uso de la violencia es auto-
26
25 Pietro Gori, Las bases morales y sociológicas de la anarquía, Barcelona, Ediciones
Tierra y libertad, 1936, p. 20.
26 Aunque en el discurso de Bakunin la justificación de la violencia sería
ambigua: “Toda moral colectiva e individual reposa esencialmente en el respeto
humano. ¿Qué entendemos por respeto humano? Es el reconocimiento de la
humanidad, del derecho humano, y de la humana dignidad de todo hombre,
cualquiera sea su raza, su color, el grado de desenvolvimiento de su inteligencia
y de su moralidad misma. Pero si ese hombre es estúpido, malvado, despreciable,
¿puedo respetarlo? Claro está, si es todo eso me es imposible respetar su villanía,
su estupidez, su bestialidad; éstas me disgustan, me indignan, contra ellas en caso
de necesidad tomaré las medidas más enérgicas hasta matarlo si no me queda
otro medio de defender contra él mi vida, mi derecho o lo que es respetable y
querido. Pero en medio del combate más enérgico y más encarnizado, y en caso
de necesidad mortal contra él, debo respetar su carácter humano. Mi propia
dignidad de hombre no existe más que a ese precio”. Miguel Bakunin, Obras,
Consideraciones filosóficas, vol. III, Madrid, Júcar, 1977, p. 149.