Page 117 - Maquiavelo, Nicolas. - El Principe [1513]
P. 117
EL PRINCIPE 79
el pueblo para poder duplicar su estipendio y desahogar su
concupiscencia y crueldad. Lo que hizo que aquellos empe-
radores que, por sus cualidades naturales o por su inexpe-
riencia política, carecían de suficiente reputación que les
permitiera frenar a unos y a otros, acabaran siempre mal.
La mayoría, sobre todo aquéllos que accedían al principado
como hombres nuevos, una vez conocida la dificultad de do-
minar tan opuestos humores, preferían satisfacer a los sol-
dados, importándoles muy poco dañar al pueblo. Decisión
necesaria, porque, al no poder los príncipes evitar que al-
guien les odie, han de procurar ante todo no ser odiados
por la colectividad; y si no pueden conseguirlo, deben in-
geniárselas para evitar el odio del grupo más poderoso. Por
14
eso, aquellos emperadores que por ser nuevos necesita-
ban favores extraordinarios, se ponían del lado de los sol-
dados más que del pueblo; lo que les era más o menos útil
según el emperador supiera mantener su reputación entre
ellos. Estas razones que hemos enumerado is fueron la cau-
sa de que Marco Aurelio, Pertinax y Alejandro Severo, to-
dos ellos de vida modesta, amantes de la justicia, enemigos
de la crueldad, humanos y benignos, tuvieran, con excep-
ción de Marco, un triste final. Tan sólo Marco Aurelio vi-
vió y murió respetado por todos, ya que había accedido al
imperio por derecho hereditario y no tenía nada que agra-
decer ni a los soldados ni al pueblo; además, al estar ador-
nado de muchas virtudes que lo hacían respetable, mantu-
vo siempre, mientras vivió, a uno y otro grupo dentro de
sus correspondientes límites y no fue nunca ni odiado ni
Cuando Maquiavelo usa los términos «uomini nuovi» o «novitá», su-
14
braya no tanto el hecho de que antes no hubieran tenido cargos públicos
sino su carácter de «principi nuovi». Más adelante, explícitamente, con-
sidera «notable para un príncipe nuevo» el ejemplo de Septimio Severo.
1 s Un príncipe ha de buscar el favor de la mayoría, «l'univel'Salita., es
decir, favorecer al pueblo y frenar a los nobles. Pero este axioma no vale
para el imperio romano en el que se enfrentan dos mayorías, una (la de
los soldados), más fuerte que la otra. De ahí que para sobrevivir, un prín-
cipe «civil» haya de convertirse en «militar», continuando, de todas ma-
neras, vivo el criterio de que el príncipe ha de apoyarse en la parte más
fuerte de su pueblo para conservar y acrecentar el poder.