Page 123 - Maquiavelo, Nicolas. - El Principe [1513]
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EL PRINCJPE  85

      distinto de todos los demás principados, porque es similar
      al pontificado crisriano t'', que no puede llamarse ni prin-
      cipado hereditario ni principado nuevo; ya que no son los
      hijos del príncipe anterior los herederos y soberanos, sino
      aquél que es elevado a aquel grado por quienes tienen au-
      toridad para hacerlo. Y al ser ésta una forma de gobierno
      antigua, no se la puede llamar principado nuevo puesto que
      en él no se encuentran muchas de las dificultades que acos-
      tumbran a tener los nuevos; ya que si efectivamente el prín-
      cipe es nuevo las instituciones de aquel estado son viejas y
      están  dispuestas  a recibirle como si fuese su señor he-
      reditario.
        Pero volvamos a nuestro tema .  Digo que quien examine
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                                    1
      todo lo dicho hasta aquí verá cómo fueron el odio o el des-
      precio las causas de la ruina de los emperadores  anterior-
      mente citados; y comprenderá también la razón por la que,
      procediendo parte de ellos de una manera y parte de ma-
      nera completamente  distinta, en ambos grupos, tino tuvo
      un final feliz y otros infeliz. Porque a Pertinax y a Alejan-
      dro, por ser príncipes  nuevos, les fue inútil y perjudicial
      querer imitar a Marco, que había accedido al principado
      por derecho de herencia;  e igualmente  a Caracalla, Có-
      modo y Maximino el haber imitado a Severo, les fue muy
      perjudicial, al no tener suficiente virtud que les permitiera
      seguir sus huellas. Por lo tanto, un príncipe nuevo, en un
      principado  nuevo, no puede imitar las acciones de Marco
      ni tampoco es necesario que siga las de Severo: sino que
      de Severo ha de tomar aquellas cualidades que sean nece-



        io  Semejanza basada en el carácter «electivo» de ambos principados.
      Los «electores» del Sultán eran los jefes de la casta militar de los Mame-
      lucos, casta de origen servil, que había constituido la primera guardia de
      corps del Sultán, convertida ahora en la oligarquía del país.
        31   Para Sasso (en el comentario al Principe tantas veces citado) esta
      conclusión no está a la altura del rigor a que nos tiene acostumbrados Ma-
      quiavelo, ni siquiera de la precisión de análisis de otras partes de este ca-
      pítulo, demasiado largo y prolijo. Según él, «la conclusione del Machia-
      velli e senza dubbio chiara, quando si abbia cura di prospettarla nei ter-
      mini generali del suo pensiero; ma e singolarmente infelice nella expres-
      sione letteraria e nella forza di sintesi».
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