Page 22 - Maquiavelo, Nicolas. - El Principe [1513]
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XXII ANA MARTINEZ ARANCON
el Estado, y sólo puede racionalizar los aconteceres públicos
aplicando los únicos conceptos que posee: las ideas morales
aprendidas de fa Iglesia. Pero esas ideas no sirven en este te-
rreno. Maquiavelo trata de abrir los ojos de sus conciudada-
nos sobre los hechos tal como son y sobre su control, y les
ofrece «la educación positiva de quien debe reconocer como
necesarios determinados medios, aunque propios de tiranos,
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porque quiere determinados fines> Les da lecciones de
realismo y de autonomía política: es buen gobernante el que
tiene éxito, y malo el que fracasa.
Frente a la vinud que la Iglesia predicaba como ideal de
la actuación humana, Maquiavelo coloca una nueva virtud
(virtu) como cualidad esencial del ciudadano. Esta virtud es
una mezcla de inteligencia y eficacia, valor personal y capa-
cidad para conseguir los fines propuestos, amor a la patria
y habilidad en el desempeño de las funciones públicas. Esa
virtud permite adquirir y conservar el poder. y es esencial-
mente abierta y flexible, pues, para lograr el objetivo final,
es preciso adaptarse a las limitaciones personales y a las cir-
cunstancias externas, saber cambiar con la variación de los
tiempos, tener recursos para cualquier situación nueva o im-
prevista, ser capaz de convenir la necesidad en acción, y con-
tar con la suficiente sabiduría y sagacidad para prever el fu-
turo y adelantarse, en lo posible a él.
Escudriñar el futuro es difícil, y conviene tener una reser-
va de improvisación y buenos reflejos, pues en los sucesos
venideros no sólo intervienen factores que se pueden calcu-
lar y contener, con un conocimiento adecuado, sino también
otros imprevisibles, porque son hijos del azar, de la fonuna.
La fortuna es ciega y caprichosa, y por eso no podemos ade-
lantarnos a ella haciendo uso del análisis racional. A dife-
rencia de la Providencia, que sigue el plan establecido por
una mente similar a la humana, aunque infinitamente más
sabia y poderosa, cuyo curso se puede, en consecuencia, com-
prender y adivinar, al menos en sus líneas generales, «la for-
tuna no tiene ningún objetivo ni designio más allá demos-
12 A. Gramsci, Notas sobre Maquiavelo, sobre la política y sobre el Es-
tado moderno, Nueva visión, Madrid, 1980, p. 17.