Page 56 - Maquiavelo, Nicolas. - El Principe [1513]
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corromperlos; y suponiendo que esto se lograra, poco po-
dría esperarse de ellos ya que no pueden arrastrar tras de
sí al pueblo, por las razones ya dichas.
Así pues, quien quiera atacar al Turco, debe tener en
cuenta que lo encontrará muy unido, y confiar más en sus
propias fuerzas que en la desorganización de los otros.
Pero, una vez vencido y derrotado en campaña de manera
que no pueda rehacer sus ejércitos, sólo tiene que temer a
su familia, y una vez extinguida ésta ya nada tiene que te-
mer, pues el pueblo sólo se siente obligado a su príncipe y
a nadie más; y así como el vencedor, antes de la victoria
no podía esperar nada de ellos, tampoco debe, conseguida
ésta, temerles.
En los reinos gobernados como el de Francia ocurre todo
lo contrario; porque puedes entrar fácilmente en ellos ga-
nándote a algún noble del reino 3, descontento o amante
del cambio, que siempre los hay. Estos, por lo ya dicho, pue-
den abrirte el camino y facilitarte la victoria. Pero cuando
pretendes mantenerte en el estado, esa misma victoria trae
consigo infinitas dificultades, tanto de parte de los que te
han ayudado como de aquellos a quien oprimiste. Y no te
basta con exterminar a la familia del príncipe, porque que-
dan aquellos señores que encabezan las nuevas alteracio-
nes; y no pudiéndoles ni contentar ni destruir, pierdes aquel
estado a la primera ocasión.
Ahora, si consideráis de qué naturaleza era el gobierno
de Darío4, lo encontraréis parecido al del Turco; por eso,
Alejandro ya en el primer momento tuvo que atacar desde
todos los frentes y derrotarlo por completo; luego de la vic-
toria, muerto Daría, el estado quedó seguro en manos de
Alejandro por las razones antes expuestas. Y sus suceso-
res, si se hubiesen mantenido unidos, lo hubieran podido
disfrutar tranquilamente ya que en aquel reino no surgie-
i Parece una profecía. En 1523 tuvo lugar la célebre traición del con-
destable de Barbón, que abandonó a Francisco I por Carlos I, sin que esto
tuviera demasiadas consecuencias para la unidad y fuerza de la monarquía
francesa. Recuérdese el romance del duque de Rivas, «Un castellano leal»;
la actitud del duque de Benavence explicaba bastante bien todo esto.
• Darío III, rey de Persia.