Page 57 - Maquiavelo, Nicolas. - El Principe [1513]
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EL PRINCIPE  19

      ron más desórdenes que los que ellos mismos provocaron.
      Sin embargo, es imposible ocupar con tanta tranquilidad
      los estados organizados a la manera de Francia. De ahí las
      frecuentes rebeliones en España, Francia y Grecia contra
      los romanos, debidas a los numerosos principados existen-
      tes en aquellos estados: y mientras duró el recuerdo de sus
      antiguos príncipes, el poder de los romanos fue inseguro
      y precario, pero extinguida la memoria de aquellos, y con
      la fuerza y continuidad del imperio se convirtieron en se-
      guros dominadores. Y pudieron incluso, enfrentados des-
      pués entre sí>, atraerse como partidarias a algunas de aque-
      llas provincias según la influencia que cada uno había ejer-
      cido en ellas, que extinguido el recuerdo de sus antiguos se-
      ñores, no reconocían otra autoridad que la de Roma. Con-
      sideradas pues todas estas cosas, nadie se maravillará de lo
      fácil que le fue a Alejandro conservar el estado de Asia, ni
      de las dificultades que en cambio tuvieron otros a la hora
      de conservar lo adquirido, como fue el caso de Pirro6 y de
      muchos otros. Lo que no depende de la mucha o poca vir-
      tud del vencedor sino del distinto carácter de los sometidos.



                                V

      Quomodo administrandae  sunt cnntates vel principatus,
         qui, antequam occuparentur, seis legibus vivebant  1

        Hay tres maneras de conservar los estados adquiridos
      cuando  éstos, como se  ha dicho  están  acostumbrados
                                      2
      a vivir con sus propias leyes y en libertad: la primera, des-

        l  Maquiavelo  alude a las guerras  civiles de los últimos  años de la Re-
      pública, que dieron  lugar a la dictadura  de César y en las que las distintas
      provincias  tomaron  parce  a  favor  de uno  u  otro  de  los contendientes.
        6   Pirro,  rey de Epiro,  logró,  en 277 (a. C.) y con gran  facilidad, con-
      quistar  Sicilia, que perdió  rápidamente  gracias  a  las insurrecciones  que
      pronto  estallaron  en el interior  de su «nuevo»  estado.
        1   De qué manera  han de gobernarse  las ciudades o principados  que, an-
      tes de ser ocupados,  vivían  con leyes propias.
        1   En los capítulos  anteriores,  en especial  el III.
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