Page 112 - El fin de la infancia
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—Si crees que voy a cocinar sobre un fuego de leña y a vestirme con pieles
tendrás que...
—¡Oh, no seas tonta! Esas historias son ridículas. La colonia tiene todo lo
necesario para una vida civilizada. No creen en adornitos inútiles, eso es todo.
Además, ha pasado un par de años desde mi último viaje al Pacífico. Será un bonito
paseo para los dos.
—En eso estoy de acuerdo —dijo Jean—. Pero no tengo la menor intención de
que Junior y Poppet se conviertan en un par de polinesios.
—No se convertirán —dijo George—. Te lo prometo.
Tenía razón, pero no en el sentido que él creía.
—Como habrá notado al descender —dijo el hombrecito en el otro extremo de la
veranda— la colonia abarca dos islas unidas por un arrecife. Esta es Atenas. A la otra
la hemos bautizado Esparta. Es bastante salvaje y rocosa; un lugar ideal para
ejercicios y deportes. —Los ojos del hombre pasaron por sobre la línea del cinturón
de George, que se movió en la silla de paja—. Esparta es un volcán apagado. Por lo
menos los geólogos dicen que es apagado. ¡Ja, ja!
»Pero volvamos a Atenas. El propósito de la colonia, como usted habrá
comprendido, es establecer un grupo cultural estable e independiente, con tradiciones
artísticas propias. Le advierto que antes de iniciar esta empresa se realizó una intensa
investigación. Se trata realmente de una obra de ingeniería social, basada en una
ciencia matemática muy compleja que no pretendo entender. Sólo sé que los
sociólogos matemáticos han calculado el tamaño ideal de la colonia, cuántos tipos de
gente deben habitarla, y, sobre todo, qué constitución ha de dársele para que tenga un
carácter permanente.
»Estamos gobernados por un consejo de ocho directores, representantes de la
producción, la energía, la ingeniería social, el arte, la economía, la ciencia, los
deportes y la filosofía. No hay primer director ni presidente estable. Todos los
directores ocupan la presidencia durante un año y por rotación.
»Nuestra población actual es de unas cincuenta mil almas, poco menos que el
nivel óptimo. Por eso estamos buscando todavía nuevos reclutas. Y claro, se
producen ciertas mermas. Aún nos faltan algunos talentos especializados.
»Estamos tratando de salvar la independencia de la humanidad, sus tradiciones
artísticas. No somos enemigos de los superseñores: sólo queremos que se nos permita
seguir nuestro propio camino. Cuando destruyeron las viejas naciones, y esas
costumbres que databan de los comienzos de la historia, barrieron muchas cosas
buenas junto con las malas. Hoy vivimos en un mundo plácido, uniforme, y
culturalmente muerto: nada nuevo en verdad ha sido creado desde la llegada de esos
seres. La razón es obvia. No hay nada por qué luchar y sobran distracciones y
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