Page 144 - El fin de la infancia
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»En los siglos anteriores a nuestra llegada vuestros hombres de ciencia
descubrieron los secretos del mundo físico y os llevaron rápidamente de la energía
del vapor a la energía del átomo. Dejasteis atrás la superstición. La ciencia fue la
única religión de la humanidad, el regalo (de una minoría al resto de los hombres)
que destruyó todas las creencias. Aquellas que aún existían cuando llegamos
nosotros, ya estaban agonizando. La ciencia, se decía, podía explicarlo todo. No había
fuerzas que no comprendiese, no había acontecimientos de los que en última instancia
no pudiese dar cuenta. El origen del universo podía seguir siendo un hecho
desconocido, pero todo lo que había ocurrido desde entonces obedecía a las leyes de
la física.
»Sin embargo, vuestros místicos, aunque extraviados en sus propios errores,
vislumbraron parte de la verdad. Hay poderes mentales (y también otros, más allá de
la mente) que la ciencia no hubiese podido encerrar. Esos poderes hubiesen roto los
límites de la ciencia. En todas las edades se recogieron innumerables informes sobre
fenómenos extraños, —telekinesis, telepatía, precognición— que vosotros
bautizasteis, pero que nunca pudisteis explicar. Al principio la ciencia los ignoró,
hasta negó su existencia, a pesar del testimonio de quinientos años. Pero existen, y
una teoría total del universo tiene que contar con ellos.
»Durante la primera mitad del siglo veinte algunos de vuestros hombres de
ciencia comenzaron a estudiar estos fenómenos. No lo sabían, pero estaban jugando
con la cerradura de la caja de Pandora. Las fuerzas que podían haber liberado eran
mayores que todos los peligros atómicos. Pues los físicos sólo hubieran destruido la
Tierra; los parafísicos hubiesen extendido el desastre al universo.
»Había que impedirlo. No puedo explicar la verdadera naturaleza de esa amenaza.
No hubiese sido una amenaza para nosotros, y por esa misma razón no alcanzamos a
comprenderla. Digamos que os hubieseis convertido en un cáncer telepático, una
mentalidad —maligna— que en su inevitable disolución hubiese envenenado otras
mentes más poderosas.
»Y así vinimos —fuimos enviados— a la Tierra. Interrumpimos vuestro
desarrollo en todos los niveles culturales, pero vigilamos muy particularmente la
investigación de los fenómenos parafísicos. Estoy convencido de que evitamos
también, al ponernos en contacto, todo trabajo creador. Pero ése fue un efecto
secundario, y no tiene ninguna importancia.
»Ahora tengo que deciros algo que os parecerá muy sorprendente, quizá casi
increíble. Todas esas Potencialidades, todos esos poderes latentes... nosotros no los
poseemos, no los entendemos. Nuestras inteligencias son mucho más poderosas que
las vuestras pero hay en vuestras mentes algo que siempre se nos ha escapado. Os
hemos estudiado desde que llegamos a la Tierra; hemos aprendido mucho, y
aprenderemos más aún. Dudo sin embargo que podamos conocer toda la verdad..
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