Page 36 - El fin de la infancia
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—¡Karellen! ¡Gracias a Dios! ¿Pero qué ha hecho usted?
—No se preocupe. Todos están bien. Puede llamarlo una parálisis, aunque es algo
mucho más sutil. Están viviendo mil veces más lentamente que de costumbre.
Cuando nos hayamos ido no sabrán qué pasó.
—¿Los va a dejar aquí hasta que llegue la policía?
—No. Tengo un plan muy superior. Los dejaré en libertad.
Stormgren se sintió aliviado de algún modo. Lanzó una mirada de despedida al
cuartito y sus helados ocupantes. Joe se sostenía en un pie, mirando estúpidamente el
vacío. De pronto Stormgren se echó a reír y se revisó los bolsillos.
—Gracias por la hospitalidad, Joe —dijo—. Quiero dejarle un recuerdo.
Examinó varias hojas de papel hasta que encontró los números que buscaba.
Luego, en una hoja razonablemente limpia, escribió cuidadosamente:
BANCO DE MANHATTAN
Páguese a Joe la suma de ciento treinta y cinco dólares y cincuenta centavos
(135,50).
R. Stormgren.
Mientras dejaba la hoja de papel al lado del polaco, oyó la voz de Karellen que
preguntaba:
—¿Qué está usted haciendo, exactamente?
—Los Stormgren siempre pagan sus deudas. Los otros dos hacían trampa, pero
Joe jugaba con corrección. Por lo menos nunca lo sorprendí trampeando.
Stormgren caminó hacia la puerta aliviado y alegre, como con cuarenta años
menos. La esfera de metal se apartó para dejarlo pasar. Pensó que se trataba de una
especie de robot. Eso explicaba que Karellen hubiese podido entrar en el túnel
subterráneo.
—Siga derecho cien metros —dijo la esfera, con la voz de Karellen—. Luego
doble hacia la izquierda y recibirá nuevas instrucciones.
Stormgren se adelantó con rapidez aunque comprendía que no había por qué
apresurarse. La esfera se quedó allí, suspendida en el corredor, cubriéndole, quizá, la
retirada.
Un minuto después se encontró con una segunda esfera, que lo esperaba en un
ramal del corredor.
—Le falta un kilómetro —dijo la esfera—. Conserve la izquierda hasta que
volvamos a vernos.
Seis veces se encontró Stormgren con las esferas mientras caminaba hacia la
salida. Al principio se preguntó si el robot estaría adelantándosele. Luego pensó que
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