Page 102 - Crepusculo 1
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—Una ayudita —supliqué—, ¿qué quiere saber?
Edward negó con la cabeza y esbozó una sonrisa malévola.
—Eso no es elegante.
—No, lo que no es elegante es que no compartas lo que sabes.
Lo estuvo reflexionando mientras andábamos. Nos detuvimos en la puerta de la primera
clase.
—Quiere saber si nos estamos viendo a escondidas, y también qué sientes por mí —dijo
al final.
— ¡Oh, no! ¿Qué debo decirle?
Intenté mantener la expresión más inocente. La gente pasaba a nuestro lado de camino a
clase, probablemente mirando, pero apenas era consciente de su presencia.
—Humm —hizo una pausa para atrapar un mechón suelto que se había escapado del
nudo de mi coleta y lo colocó en su lugar. Mi corazón resopló de hiperactividad—. Supongo
que, si no te importa, le puedes decir que sí a lo primero... Es más fácil que cualquier otra
explicación.
—No me importa —dije con un hilo de voz.
—En cuanto a la pregunta restante... Bueno, estaré a la escucha para conocer la
respuesta.
Curvó una de las comisuras de la boca al esbozar mi sonrisa picara predilecta. Se dio la
vuelta y se alejó.
—Te veré en el almuerzo —gritó por encima del hombro. Las tres personas que
traspasaban la puerta se detuvieron para mirarme.
Colorada e irritada, me apresuré a entrar en clase. ¡Menudo tramposo! Ahora estaba
incluso más preocupada sobre lo que le iba a decir a Jessica. Me senté en mi sitio de siempre
al tiempo que lanzaba la cartera contra el suelo con fastidio.
—Buenos días, Bella —me saludó Mike desde el asiento contiguo. Alcé la vista para
ver el aspecto extraño y resignado de su rostro. ¿Cómo te fue en Port Angeles?
—Fue... —no había una forma sincera de resumirlo—. Estuvo genial —concluí sin
convicción——. Jessica consiguió un vestido estupendo.
— ¿Dijo algo de la noche del lunes? —preguntó con los ojos relucientes. Sonreí ante el
giro que había tomado la conversación.
—Dijo que se lo había pasado realmente bien —le confirmé.
— ¿Seguro? —dijo con avidez.
—Segurísimo.
Entonces, el señor Masón llamó al orden a la clase y nos pidió que entregásemos
nuestros trabajos. Lengua e Historia se pasaron de forma borrosa, mientras yo seguía
preocupada sobre la forma en que iba a explicarle las cosas a Jessica. Me iba costar
muchísimo si Edward estaba escuchando lo que decía a través de los pensamientos de Jessica.
¡Qué inoportuno podía llegar a ser su pequeño don cuando no servía para salvarme la vida!
La niebla se había disuelto hacia el final de la segunda hora, pero el día seguía oscuro,
con nubes bajas y opresivas. Le sonreí al cielo.
Edward estaba en lo cierto, por supuesto. Jessica se sentaba en la fila de atrás cuando
entré en clase de Trigonometría, casi botando fuera del asiento de pura agitación. Me senté a
su lado con renuencia mientras me intentaba convencer a mí misma de que sería mejor zanjar
el asunto lo antes posible.
— ¡Cuéntamelo todo! —me ordenó antes de que me sentara.
— ¿Qué quieres saber? —intenté salirme por la tangente.
— ¿Qué ocurrió anoche?
—Me llevó a cenar y luego me trajo a casa.
Me miró con una forzada expresión de escepticismo.
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