Page 109 - Crepusculo 1
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— ¿Por qué te fuiste a ese lugar, Gota Rocas, el último fin de semana? ¿Para cazar?
Charlie dijo que no era un buen lugar para ir de acampada a causa de los osos.
Me miró fijamente, como si estuviera pasando por alto lo evidente.
— ¿Osos? —pregunté entonces de forma entrecortada; él esbozó una sonrisa burlona—.
Ya sabes, no estamos en temporada de osos —añadí con severidad para ocultar mi sorpresa.
—Si lees con cuidado, verás que las leyes recogen sólo la caza con armas—me informó.
Me contempló con regocijo mientras lo asimilaba lentamente.
— ¿Osos? —repetí con dificultad.
—El favorito de Emmett es el oso pardo —dijo a la ligera, pero sus ojos escrutaban mi
reacción. Intenté recobrar la compostura.
— ¡Humm! —musité mientras tomaba otra porción de pizza como pretexto para bajar
los ojos. La mastiqué muy despacio, y luego bebí un largo trago de refresco sin alzar la
mirada.
—Bueno —dije después de un rato, mis ojos se encontraron con los suyos, ansiosos.
— ¿Cuál es tu favorito?
Enarcó una ceja y sus labios se curvaron con desaprobación.
—El puma.
—Ah —comenté con un tono de amable desinterés mientras volvía a tomar CocaCola.
—Por supuesto —dijo imitando mi tono—, debemos tener cuidado para no causar un
impacto medioambiental desfavorable con una caza imprudente. Intentamos concentrarnos en
zonas con superpoblación de depredadores... Y nos alejamos tanto como sea necesario. Aquí
siempre hay ciervos y alces —sonrió con socarronería—. Nos servirían, pero ¿qué diversión
puede haber en eso?
—Claro, qué diversión —murmuré mientras daba otro mordisco a la pizza.
—El comienzo de la primavera es la estación favorita de Emmett para cazar al oso —
sonrió como si recordara alguna broma—. Acaban de salir de la hibernación y se muestran
mucho más irritables.
—No hay nada más divertido que un oso pardo irritado —admití, asintiendo.
Se rió con disimulo y movió la cabeza.
—Dime lo que realmente estás pensando, por favor.
—Me lo intento imaginar, pero no puedo —admití—. ¿Cómo cazáis un oso sin armas?
—Oh, las tenemos —exhibió sus relucientes dientes con una sonrisa breve y
amenazadora. Luché para reprimir un escalofrío que me delatara—, sólo que no de la clase
que se contempló al legislar las leyes de caza. Si has visto atacar a un oso en la televisión,
tendrías que poder visualizar cómo caza Emmett.
No pude evitar el siguiente escalofrío que bajó por mi espalda. Miré a hurtadillas a
Emmett, al otro extremo de la cafetería, agradecida de que no estuviera mirando en mi
dirección. De alguna manera, los prominentes músculos que envolvían sus brazos y su torso
ahora resultaban más amenazantes.
Edward siguió la dirección de mi mirada y soltó una suave risa.
Le miré, enervada.
— ¿También tú te pareces a un oso? —pregunté con un hilo de voz.
—Más al puma, o eso me han dicho —respondió a la ligera—. Tal vez nuestras
preferencias sean significativas.
Intenté sonreír.
—Tal vez —repetí, pero tenía la mente rebosante de imágenes contrapuestas que no
conseguía unir—, ¿es algo que podría llegar a ver?
— ¡Absolutamente no!
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