Page 113 - Crepusculo 1
P. 113
Me aterré. Todo atisbo de mi repentino buen humor se desvaneció.
— ¿Cómo va esa cabeza? —preguntó con inocencia.
— ¡Eres increíble!
Me di la vuelta y me alejé caminando con paso firme hacia el aparcamiento a pesar de
que había descartado dirigirme hacia ese lugar.
Me dio alcance con facilidad.
—Fuiste tú quien mencionaste que nunca te había visto en clase de gimnasia. Eso
despertó mi curiosidad.
No parecía arrepentido, de modo que le ignoré.
Caminamos en silencio —un silencio lleno de vergüenza y furia por mi parte— hacia su
coche, pero tuve que detenerme unos cuantos pasos después, ya que un gentío, todos chicos,
lo rodeaban. Luego, me di cuenta de que no rodeaban al Volvo, sino al descapotable rojo de
Rosalie con un inconfundible deseo en los ojos. Ninguno alzó la vista hacia Edward cuando se
deslizó entre ellos para abrir la puerta. Me encaramé rápidamente al asiento del copiloto,
pasando también inadvertida.
—Ostentoso —murmuró.
— ¿Qué tipo de coche es?
—Un M3.
—No hablo jerga de Car and Driver.
—Es un BMW
Entornó los ojos sin mirarme mientras intentaba salir hacia atrás y no atropellar a
ninguno de los fanáticos del automóvil.
Asentí. Había oído hablar del modelo.
— ¿Sigues enfadada? —preguntó mientras maniobraba con cuidado para salir.
—Muchísimo.
Suspiró.
— ¿Me perdonarás si te pido disculpas?
—Puede... si te disculpas de corazón —insistí—, y prometes no hacerlo otra vez.
Sus ojos brillaron con una repentina astucia.
— ¿Qué te parece si me disculpo sinceramente y accedo a dejarte conducir el sábado?
—me propuso como contraoferta.
Lo sopesé y decidí que probablemente era la mejor oferta que podría conseguir, por lo
que la acepté:
—Hecho.
—Entonces, lamento haberte molestado —durante un prolongado periodo de tiempo,
sus ojos relucieron con sinceridad, causando estragos en mi ritmo cardiaco. Luego, se
volvieron picaros—. A primera hora de la mañana del sábado estaré en el umbral de tu puerta.
—Humm... Que, sin explicación alguna, un Volvo se quede en la carretera no me va a
ser de mucha ayuda con Charlie.
Esbozó una sonrisa condescendiente.
—No tengo intención de llevar el coche.
— ¿Cómo...?
—No te preocupes —me cortó—. Estaré ahí sin coche.
Lo dejé correr. Tenía una pregunta más acuciante.
— ¿Ya es «más tarde»? —pregunté de forma elocuente. El frunció el ceño.
—Supongo que sí.
Mantuve la expresión amable mientras esperaba.
Paró el motor del coche después de aparcarlo detrás del mío. Alcé la vista sorprendida:
habíamos llegado a casa de Charlie, por supuesto. Resultaba más fácil montar con Edward si
— 113 —