Page 112 - Crepusculo 1
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Entré en el gimnasio, mareada y tambaleándome un poco. Me dejé ir hasta el vestuario,
donde me cambié como en estado de trance, vagamente consciente de que había otras
personas en torno a mí. No fui consciente del todo hasta que empuñé una raqueta. No pesaba
mucho, pero la sentí insegura en mi mano. Vi a algunos chicos de clase mirarme a hurtadillas.
El entrenador Clapp nos ordenó jugar por parejas.
Gracias a Dios, aún quedaban algunos rescoldos de caballerosidad en Mike, que acudió
a mi lado.
— ¿Quieres formar pareja conmigo?
—Gracias, Mike... —hice un gesto de disculpa—. No tienes por qué hacerlo, ya lo
sabes.
—No—te preocupes, me mantendré lejos de tu camino —dijo con una amplia sonrisa.
Algunas veces, era muy fácil que Mike me gustara.
La clase no transcurrió sin incidentes. No sé cómo, con el mismo golpe me las arreglé
para dar a Mike en el hombro y golpearme la cabeza con la raqueta. Pasé el resto de la hora en
el rincón de atrás de la pista, con la raqueta sujeta bien segura detrás de la espalda. A pesar de
estar en desventaja por mi causa, Mike era muy bueno, y ganó él solo tres de los cuatro
partidos. Gracias a él, conseguí un buen resultado inmerecido cuando el entrenador silbó
dando por finalizada la clase.
—Así... —dijo cuando nos alejábamos de la pista.
—Así... ¿qué?
—Tú y Cullen, ¿en? —preguntó con tono de rebeldía. Mi anterior sentimiento de afecto
se disipó.
—No es de tu incumbencia, Mike —le avisé mientras en mi fuero interno maldecía a
Jessica, enviándola al infierno.
—No me gusta —musitó en cualquier caso.
—No tiene por qué —le repliqué bruscamente.
—Te mira como si... —me ignoró y prosiguió—: Te mira como si fueras algo
comestible.
Contuve la histeria que amenazaba con estallar, pero a pesar de mis esfuerzos se me
escapó una risita tonta. Me miró ceñudo. Me despedí con la mano y huí al vestuario.
Me vestí a toda prisa. Un revoloteo más fuerte que el de las mariposas golpeteaba
incansablemente las paredes de mi estómago al tiempo que mi discusión con Mike se
convertía en un recuerdo lejano. Me preguntaba si Edward me estaría esperando o si me
reuniría con él en su coche. ¿Qué iba a ocurrir si su familia estaba ahí? Me invadió una oleada
de pánico. ¿Sabían que lo sabía? ¿Se suponía que sabían que lo sabía, o no?
Salí del gimnasio en ese momento. Había decidido ir a pie hasta casa sin mirar siquiera
al aparcamiento, pero todas mis preocupaciones fueron innecesarias. Edward me esperaba,
apoyado con indolencia contra la pared del gimnasio. Su arrebatador rostro estaba calmado.
Sentí peculiar sensación de alivio mientras caminaba a su lado.
—Hola —musité mientras esbozaba una gran sonrisa.
—Hola —me correspondió con otra deslumbrante—. ¿Cómo te ha ido en gimnasia?
Mi rostro se enfrió un poco.
—Bien —mentí.
— ¿De verdad?
No estaba muy convencido. Desvió levemente la vista y miró por encima del hombro.
Entrecerró los ojos. Miré hacia atrás para ver la espalda de Mike al alejarse.
— ¿Qué pasa? —exigí saber.
Aún tenso, volvió a mirarme.
—Newton me saca de mis casillas.
— ¿No habrás estado escuchando otra vez?
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