Page 114 - Crepusculo 1
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sólo  le  miraba  a  él  hasta  concluir  el  viaje.  Cuando  volví  a  levantar  la  vista,  él  me
               contemplaba, evaluándome con la mirada.
                     —Y aún quieres saber por qué no puedes verme cazar, ¿no? —parecía solemne, pero
               creí atisbar un rescoldo de humor en el fondo de sus ojos.
                     —Bueno —aclaré—, sobre todo me preguntaba el motivo de tu reacción.
                     — ¿Te asusté?
                     Sí. Sin duda, estaba de buen humor.
                     —No —le mentí, pero no picó.
                     —Lamento  haberte  asustado  —persistió  con  una  leve  sonrisa,  pero  entonces
               desapareció  la  evidencia  de  toda  broma—.  Fue  sólo  la  simple  idea  de  que  estuvieras  allí
               mientras cazábamos.
                     Se le tensó la mandíbula.
                     — ¿Estaría mal?
                     —En grado sumo —respondió apretando los dientes.
                     — ¿Por...?
                     Respiró hondo y contempló a través del parabrisas las espesas nubes en movimiento que
               descendían hasta quedarse casi al alcance de la mano.
                     —Nos entregamos por completo a nuestros sentidos cuando cazamos —habló despacio,
               a regañadientes—, nos regimos menos por nuestras mentes. Domina sobre todo el sentido del
               olfato. Si estuvieras en cualquier lugar cercano cuando pierdo el control de esa manera... —
               sacudió la cabeza mientras se demoraba contemplando malhumorado las densas nubes.
                     Mantuve  mi  expresión  firmemente  controlada  mientras  esperaba  que  sus  ojos  me
               mirasen para evaluar la reacción subsiguiente. Mi rostro no reveló nada.
                     Pero nuestros ojos se encontraron y el silencio se hizo más profundo... y todo cambió.
               Descargas de la electricidad que había sentido aquella tarde comenzaron a cargar el ambiente
               mientras  Edward  contemplaba  mis  ojos  de  forma  implacable.  No  me  di  cuenta  de  que  no
               respiraba hasta que empezó a darme vueltas la cabeza. Cuando rompí a respirar agitadamente,
               quebrando la quietud, cerró los ojos.
                     —Bella, creo que ahora deberías entrar en casa —dijo con voz ronca sin apartar la vista
               de las nubes.
                     Abrí la puerta y la ráfaga de frío polar que irrumpió en el coche me ayudó a despejar la
               cabeza. Como estaba medio ida, tuve miedo de tropezar, por lo que salí del coche con sumo
               cuidado y cerré la puerta detrás de mí sin mirar atrás. El zumbido de la ventanilla automática
               al bajar me hizo darme la vuelta.
                     — ¿Bella? —me llamó con voz más sosegada.
                     Se inclinó hacia la ventana abierta con una leve sonrisa en los labios.
                     — ¿Sí?
                     —Mañana me toca a mí —afirmó.
                     — ¿El qué te toca?
                     Ensanchó la sonrisa, dejando entrever sus dientes relucientes.
                     —Hacer las preguntas.
                     Luego se marchó. El  coche bajó  la calle  a toda velocidad  y desapareció al  doblar la
               esquina antes de que ni siquiera hubiera podido poner en orden mis ideas. Sonreí mientras
               caminaba hacia la casa. Cuando menos, resultaba obvio que planeaba verme mañana.
                     Edward protagonizó mis sueños aquella noche, como de costumbre. Pero el clima de mi
               inconsciencia había cambiado. Me estremecía con la misma electricidad que había presidido
               la tarde, me agitaba y daba vueltas sin cesar, despertándome a menudo. Hasta bien entrada la
               noche no me sumí en un sueño agotado y sin sueños.
                     Al despertar no sólo estaba cansada, sino con los nervios a flor de piel. Me enfundé el
               suéter  de  cuello  vuelto  y  los  inevitables  jeans  mientras  soñaba  despierta  con  camisetas  de




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