Page 119 - Crepusculo 1
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frente, con la vista fija en algo o en alguien a quien yo no podía ver. Su expresión era una
               extraña mezcla de frustración y desafío.
                     Aceleró  el  motor  en  punto  muerto  y  los  neumáticos  chirriaron  sobre  el  húmedo
               pavimento. El Volvo desapareció de la vista en cuestión de segundos.
                     —Hola,  Bella  —llamó  una  ronca  voz  familiar  desde  el  asiento  del  conductor  del
               pequeño coche negro.
                     — ¿Jacob? —pregunté, parpadeando bajo la lluvia.
                     Sólo  entonces  dobló  la  esquina  el  coche  patrulla  de  Charlie  y  las  luces  del  mismo
               alumbraron a los ocupantes del coche que tenía enfrente de mí.
                     Jacob  ya  había  bajado.  Su  amplia  sonrisa  era  visible  incluso  en  la  oscuridad.  En  el
               asiento del copiloto se sentaba un hombre mucho mayor, corpulento y de rostro memorable...,
               un rostro que se desbordaba, las mejillas llegaban casi hasta los hombros, las arrugas surcaban
               la  piel  rojiza  como  las  de  una  vieja  chaqueta  de  cuero.  Los  ojos,  sorprendentemente
               familiares, parecían al mismo tiempo demasiado jóvenes y demasiado viejos para aquel ancho
               rostro. Era el padre de Jacob, Billy Black. Lo supe inmediatamente a pesar de que en los cinco
               años transcurridos desde que lo había visto por última vez me las había arreglado para olvidar
               su  nombre  hasta  que  Charlie  lo  mencionó  el  día  de  mi  llegada.  Me  miraba  fijamente,
               escrutando  mi  cara,  por  lo  que  le  sonreí  con  timidez.  Tenía  los  ojos  desorbitados  por  la
               sorpresa o el pánico y resoplaba por la ancha nariz. Mi sonrisa se desvaneció.
                     «Otra complicación», había dicho Edward.
                     Billy  seguía  mirándome  con  intensa  ansiedad.  Gemí  en  mi  fuero  interno.  ¿Había
               reconocido Billy a Edward con tanta facilidad? ¿Creía en las leyendas inverosímiles de las
               que se había mofado su hijo?
                     La respuesta estaba clara en los ojos de Billy. Sí, así era.




































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