Page 153 - Crepusculo 1
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—Mañana va a ser más duro —prosiguió—. He tenido tu aroma en la cabeza todo el
               día  y  me  he  insensibilizado  de  forma  increíble.  Si  me  alejo  de  ti  por  cualquier  lapso  de
               tiempo, tendré que comenzar de nuevo. Aunque no desde cero, creo.
                      —Entonces, no te vayas —le respondí, incapaz de esconder mí anhelo.
                      —Eso  me  satisface  —replicó  mientras  su  rostro  se  relajaba  al  esbozar  una  sonrisa
               amable—. Saca los grilletes... Soy tu prisionero.
                      Pero mientras hablaba, eran sus manos las que se convertían en esposas alrededor de
               mis muñecas. Volvió a reír con esa risa suya, sosegada, musical. Le había oído reírse más esta
               noche que en todo el tiempo que había pasado con él.
                      —Pareces más optimista que de costumbre —observé—. No te había visto así antes.
                      — ¿No se supone que debe ser así? El esplendor del primer amor, y todo eso. ¿No es
               increíble  la  diferencia  existente  entre  leer  sobre  una  materia  o  verla  en  las  películas  y
               experimentarla?
                      —Muy diferente —admití—. Y más fuerte de lo que había imaginado.
                      —Por ejemplo —comenzó a hablar más deprisa, por lo que tuve que concentrarme
               para no perderme nada—, la emoción  de los  celos.  He leído sobre los celos  un millón de
               veces,  he  visto  actores  representarlos  en  mil  películas  y  obras  teatrales  diferentes.  Creía
               haberlos  comprendido  con  bastante  claridad,  pero  me  asustaron...  —hizo  una  mueca—.
               ¿Recuerdas el día en que Mike te pidió que fueras con él al baile?
                      Asentí, aunque recordaba ese día por un motivo diferente.
                      —Fue el día en que empezaste a dirigirme la palabra otra vez.
                      —Me sorprendió la llamarada de resentimiento, casi de furia, que experimenté... Al
               principio  no  supe  qué  era.  No  poder  saber  qué  pensabas,  por  qué  le  rechazabas,  me
               exasperaba más que de costumbre. ¿Lo hacías en beneficio de tu amiga? ¿O había algún otro?
               En cualquier caso, sabía que no tenía derecho alguno a que me importara, e intenté que fuera
               así.
                      «Entonces, todo  empezó a estar  claro  —rió entre dientes  y  yo torcí  el  gesto  en las
               sombras—.  Esperé,  irracionalmente  ansioso  de  oír  qué  les  decías,  de  vigilar  vuestras
               expresiones. No niego el alivio que sentí al ver el fastidio en tu rostro, pero no podía estar
               seguro.
                      »Ésa fue la primera noche que vine aquí. Me debatí toda la noche, mientras vigilaba tu
               sueño, por el abismo que mediaba entre lo que sabía que era correcto, moral, ético, y lo que
               realmente quería. Supe que si continuaba ignorándote como hasta ese momento, o si dejaba
               transcurrir unos pocos años, hasta que te fueras, llegaría un día en que le dirías sí a Mike o a
               alguien como él. Eso me enfurecía.
                      »Y en ese momento —susurró—, pronunciaste mi nombre en sueños. Lo dijiste con
               tal  claridad  que  por  un  momento  creí  que  te  habías  despertado,  pero  te  diste  la  vuelta,
               inquieta,  musitaste  mi  nombre  otra  vez  y  suspiraste.  Un  sentimiento  desconcertante  y
               asombroso recorrió mi cuerpo. Y supe que no te podía ignorar por más tiempo.
                      Enmudeció  durante  un  momento,  probablemente  al  escuchar  el  repentinamente
               irregular latido de mi corazón.
                      —Pero los celos son algo extraño y mucho más poderoso de lo que hubiera pensado.
               ¡E irracional! Justo ahora, cuando Charlie te ha preguntado por ese vil de Mike Newton...
                      Movió la cabeza con enojo.
                      —Debería haber sabido que estarías escuchando —gemí.
                      —Por supuesto.
                      — ¿De veras que eso te hace sentir celoso?
                      —Soy nuevo en esto. Has resucitado al hombre que hay en mí, y lo siento todo con
               más fuerza porque es reciente.






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