Page 157 - Crepusculo 1
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—Es un problema, sin duda, pero no me refería a eso. Es sólo que eres demasiado
               suave,  tan  frágil.  Tengo  que  controlar  mis  actos  cada  instante  que  estamos  juntos  para  no
               dañarte. Podría matarte con bastante facilidad, Bella, y simplemente por accidente —su voz se
               había  convertido  en  un  suave  murmullo.  Movió  su  palma  helada  hasta  apoyarla  sobre  mi
               mejilla—.  Si  me  apresurase,  si  no  prestara  la  suficiente  atención  por  un  segundo,  podría
               extender la mano para acariciar tu cara y aplastarte el cráneo por error. No comprendes lo
               increíblemente frágil que eres. No puedo perder el control mientras estoy a tu lado.
                      Aguardó mi respuesta. Su ansiedad fue creciendo cuando no lo hice.
                      — ¿Estás asustada? —preguntó.
                      Esperé otro minuto antes de responder para que mis palabras fueran verdad.
                      —No. Estoy bien.
                      Pareció pensativo durante un momento.
                      —Aunque  ahora  soy  yo  quien  tiene  una  curiosidad  —dijo  con  voz  más  suelta—.
               ¿Nunca has...? —dejó la frase sin concluir de modo insinuante.
                      —Naturalmente que no —me sonrojé—. Ya te he dicho que nunca antes he sentido
               esto por nadie, ni siquiera de cerca.
                      —Lo sé. Es sólo que conozco los pensamientos de otras personas, y sé que el amor y
               el deseo no siempre recorren el mismo camino.
                      —Para mí, sí. Al menos ahora que ambos existen para mí —musité.
                      —Eso está bien. Al menos tenemos una cosa en común —dijo complacido.
                      —Tus instintos humanos... —comencé. Él esperó—. Bueno, ¿me encuentras atractiva
               en ese sentido?
                      Se echó a reír y me despeinó ligeramente la melena casi seca.
                      —Tal vez no sea humano, pero soy un hombre —me aseguró.
                      Bostecé involuntariamente.
                      —He respondido a tus preguntas, ahora deberías dormir —insistió.
                      —No estoy segura de poder.
                      — ¿Quieres que me marche?
                      — ¡No! —dije con voz demasiado fuerte.
                      Rió, y entonces comenzó a tararear otra vez aquella nana desconocida con su suave
               voz de arcángel al oído.
                      Más  cansada  de  lo  que  creía,  y  más  exhausta  de  lo  que  me  había  sentido  nunca
               después de un largo día de tensión emocional y mental, me abandoné en sus fríos brazos hasta
               dormirme.





























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