Page 178 - Crepusculo 1
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—Hola, Billy. Hola, Jacob —los saludé con todo el entusiasmo del que fui capaz—.
Charlie se ha marchado para todo el día, espero que no llevéis esperándole mucho tiempo.
—No mucho —contestó Billy con tono apagado; sus ojos negros me traspasaron—.
Solo queríamos traerle esto —señaló la bolsa de papel marrón que llevaba en el regazo.
—Gracias —le dije, aunque no tenía idea de qué podía ser—. ¿Por qué no entráis un
momento y os secáis?
Intenté mostrarme indiferente al intenso escrutinio de Billy mientras abría la puerta y les
hacía señas para que me siguieran.
—Venga, dámelo —le ofrecí mientras me giraba para cerrar la puerta y echar una
última mirada a Edward, que seguía a la espera, completamente inmóvil y con aspecto
solemne.
—Deberías ponerlo en el frigorífico —comentó Billy mientras me tendía la bolsa—. Es
pescado frito casero de Harry Clearwater, el favorito de Charlie. En el frigorífico estará más
seco.
Billy se encogió de hombros.
Gracias —repetí, aunque ahora lo agradecía de corazón—. Ando en busca de nuevas
recetas para el pescado y seguro que traerá más esta noche a casa.
— ¿Se ha ido de pesca otra vez? —Preguntó Billy con un sutil destello en la mirada—.
¿Allí abajo, donde siempre? Quizá me acerque a saludarlo.
—No —mentí rápidamente, endureciendo la expresión—. Se ha ido a un sitio nuevo...,
y no tengo ni idea de dónde está.
Se percató del cambio operado en mi expresión y se quedó pensativo.
—Jake —dijo sin dejar de observarme—. ¿Por qué no vas al coche y traes el nuevo
cuadro de Rebecca? Se lo dejaré a Charlie también.
— ¿Dónde está? —preguntó Jacob, con voz malhumorada.
Le miré, pero tenía la vista fija en el suelo, con gesto contrariado.
—Creo haberlo visto en el maletero, a lo mejor tienes que rebuscar un poco.
Jacob se encaminó hacia la lluvia arrastrando los pies.
Billy y yo nos encaramos en silencio. Después de unos segundos, el silencio se hizo
embarazoso, por lo que me dirigí hacia la cocina. Oí el chirrido de las ruedas mojadas de su
silla mientras me seguía.
Empujé la bolsa dentro del estante más alto del frigorífico, ya atestado, y me di la vuelta
para hacerle frente. Su rostro de rasgos marcados era inescrutable.
—Charlie no va a volver hasta dentro de un buen rato —espeté con tono casi grosero.
Billy asintió con la cabeza, pero no dijo nada.
—Gracias otra vez por el pescado frito —repetí.
Continuó asintiendo, yo suspiré y crucé los brazos sobre el pecho. Pareció darse cuenta
de que yo había dado por finalizada nuestra pequeña charla.
—Bella —comenzó, y luego dudó.
Esperé.
—Bella —volvió a decir—, Charlie es uno de mis mejores amigos.
—Sí.
—Me he dado cuenta de que estás con uno de los Cullen.
Pronunció cada palabra cuidadosamente, con su voz resonante.
—Sí —repetí de manera cortante.
Sus ojos se achicaron.
—Quizás no sea asunto mío, pero no creo que sea una buena idea.
—Llevas razón, no es asunto tuyo.
Arqueó las cejas, que ya empezaban a encanecer.
—Tal vez lo ignores, pero la familia Cullen goza de mala reputación en la reserva.
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