Page 179 - Crepusculo 1
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—La verdad es que estaba al tanto —le expliqué con voz seca; aquello le sorprendió—.
Sin embargo, esa reputación podría ser inmerecida, ¿no? Que yo sepa, los Cullen nunca han
puesto el pie en la reserva, ¿o sí?
Me percaté de que se detenía en seco ante la escasa sutileza de mi alusión al acuerdo
que vinculaba y protegía a su tribu.
—Es cierto ——admitió, mirándome con prevención—. Pareces, bien informada sobre
los Cullen, más de lo que esperaba.
—Quizás incluso más que tú ——dije, mirándole desde mi altura.
Frunció los gruesos labios mientras lo encajaba.
—Podría ser —concedió, aunque un brillo de astucia iluminaba sus ojos—. ¿Está
Charlie tan bien informado?
Había encontrado el punto débil de mi defensa.
—A Charlie le gustan mucho los Cullen —me salí por la tangente, y él percibió con
claridad mi movimiento evasivo. No parecía muy satisfecho, pero tampoco sorprendido.
—O sea, que no es asunto mío, pero quizás sí de Charlie.
—Si creo que incumbe o no a mi padre, también es sólo asunto mío. ¿De acuerdo?
Me pregunté si habría captado la idea a pesar de mis esfuerzos por embarullarlo todo y
no decir nada comprometedor. Parecía que sí. La lluvia repiqueteaba sobre el tejado, era el
único sonido que rompía el silencio mientras Billy reflexionaba sobre el tema.
—Sí —se rindió finalmente—. Imagino que es asunto tuyo.
—Gracias, Billy —suspiré aliviada.
—Piensa bien lo que haces, Bella —me urgió.
—Vale —respondí con rapidez.
Volvió a fruncir el ceño.
—Lo que quería decir es que dejaras de hacer lo que haces.
Le miré a los ojos, llenos de sincera preocupación por mí, y no se me ocurrió ninguna
contestación. En ese preciso momento, la puerta se abrió de un fuerte golpe y me sobresalté
con el ruido.
A Jacob le precedió su voz quejumbrosa:
—No había ninguna pintura en el coche.
Apareció por la esquina de la cocina con los hombros mojados por la lluvia y el cabello
chorreante.
—Humm —gruñó Billy, separándose de mí súbitamente y girando la silla para encarar a
su hijo—. Supongo que me lo dejé en casa.
—Estupendo.
Jacob levantó los ojos al cielo de forma teatral.
—Bueno, Bella, dile a Charlie... —Billy se detuvo antes de continuar—, que hemos
pasado por aquí, ¿sí?
—Lo haré —murmuré.
Jacob estaba sorprendido.
— ¿Pero nos vamos ya?
—Charlie va a llegar tarde —explicó Billy al tiempo que hacía rodar las ruedas de la
silla y sobrepasaba a Jacob.
—Vaya —Jacob parecía molesto—. Bueno, entonces supongo que ya te veré otro día,
Bella.
—Claro —afirmé.
—Ten cuidado —me advirtió Billy; no le contesté.
Jacob ayudó a su padre a salir por la puerta. Les despedí con un ligero movimiento del
brazo mientras contemplaba mi coche, ahora vacío, con atención. Cerré la puerta antes de que
desaparecieran de mi vista.
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